Diario de Mallorca

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José Francisco Conrado de Villalonga

El aeropuerto Ramon Llull

El interés de sus conocimientos supuso que le llamasen de París, Roma, Barcelona, Santiago de Compostela, Viena

El presidente del Consell de Mallorca, Miguel Ensenyat, ha hecho una propuesta importante, cambiar el nombre del aeropuerto de Mallorca -hoy Son Sant Joan, procedente del topónimo de la finca en la que se ubicó-, por el de Ramon Llull, el mallorquín mas insigne que ha dado la historia de nuestras islas. Esta idea ha sido secundada por todos los consellers que componen la Institución, sin que sus diferentes afiliaciones políticas haya sido obstáculo para el acuerdo unánime. Esta propuesta respaldada por todos los miembros de la institución indica que la figura de Ramon Llull tiene, todavía, suficiente fuerza para unir a los mallorquines y que el Consell, en esta etapa, está dando muestras de hacer las cosas suficientemente bien como para que allí se proyecten acciones, se lleven a cabo con eficacia y sin estridencias, a lo cual no estamos acostumbrados, pues tanto el ayuntamiento de Palma como el Parlament, se distinguen por las discrepancias entre las fuerzas políticas que los integran y la derivada lenidad en la acción. Sus discordancias están recurrentemente en los medios de comunicación.

Ramón Llull nació en Mallorca en el año 1232 y falleció en Palma el año 1316, en aquella Mallorca, que entonces era encrucijada de tres culturas, la cristiana la islámica y la judía. Después de una vida laica algo alterada, ingresó en la tercera orden franciscana y se dedico al estudio, al pensamiento y la evangelización. Fue conocido en toda Europa por su mente preclara, fue el Doctor Illuminatus o el Arabicus Cristianus. Filósofo, místico, poeta, teólogo y misionero. Además de predicar por Argelia y Marruecos, con escaso éxito, impartió docencia por Europa, escribió 280 obras, todas ellas trascendentes, en latín, catalán y árabe, el Llibre de la contemplació de Deu, Llibre de la ciencia, Ars Magna, Blanquerna, El gentil e els tres savis... Escribió en catalán, lengua neolatina, con la intención de que sus conocimientos y su fe tuviesen mayor difusión, y lo hizo antes de que el autor de la Divina comedia, Dante Alighieri (1265-1321), se atreviese a utilizar otra lengua neolatina, el italiano, en sus obras. El interés de sus conocimientos supuso que le llamasen de París, Roma, Barcelona, Santiago de Compostela, Viena para enseñar en universidades y centros docentes de la época.

En la universidad de Friburgo existía la cátedra Llull, también en las universidades Antonina de Roma, Sao Paulo de Brasil; en Barcelona una de sus universidades lleva su nombre. Es decir que fuera de Mallorca se reconoce la figura y se enaltecen en proteger su universalidad, más que aquí. Otros países que valoran su historia acreditan a sus antepasados ilustres y dan su nombre a plazas, calles, parques y aeropuertos. El aeropuerto de Nueva York se llama John Fitzgerald Kennedy, el de París, Charles De Gaulle, en Roma, Leonardo da Vinci, en Madrid ahora se llama Adolfo Suárez. ¿Por qué aquí no hemos de poner Ramon Llull al nuestro?

¿Qué beneficios recibe AENA del aeropuerto de Palma? Más de 200 millones al año, es el segundo más rentable de todos los de España y además mantiene a muchos de los 48 de todo el país que producen importantes pérdidas. ¿A qué viene que el ministerio de Fomento venga ahora diciendo que si queremos cambiar el nombre al aeropuerto tenemos que pagar 500.000 euros? Menuda cutrez. ¿Adónde van los 200 millones que salen de Mallorca? ¿Acaso no se puede rotular de nuevo con cargo a los extraordinarios beneficios se llevan de aquí? ¡Vaya racanería! El Consell debe mantener en su acertada propuesta, porque así se divulgará la figura de nuestro compatriota más ecuménico y para que su nombre sea reconocido por los más de 24 millones de pasajeros que llegan o salen de Mallorca.

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