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Juan José Millas

Un vacío insufrible

Hay tantas aplicaciones para el móvil como estrellas en el cielo. Y algunas, aunque todavía brillen, están muertas. Cuando se colapsa una estrella, aparece en su lugar un agujero negro. El móvil, en su pequeñez, contiene un universo de una complejidad insoportable. Hasta cuando lo tenemos apagado ocurren en su interior fenómenos astrales. Ayer busqué en el mío una aplicación vieja y había desaparecido. Percibí en la pantalla un punto oscuro capaz de tragarse la agenda telefónica. Llevamos en el bolsillo una galaxia sin ser conscientes de ello. Pero, hablando de aplicaciones, he aquí que un cura, Ricardo Latorre, ha inventado una que sirve para confesarse. Se llama Confesor Go y con ella puedes localizar al sacerdote más cercano. Si prefieres confesarte en inglés, al más cercano que hable inglés.

Unas aplicaciones mueren, pero nacen otras. Yo espero la aplicación total, que debe de estar al caer. La aplicación total acabará con todas las aplicaciones como El Quijote acabó con las novelas de caballerías y, si se descuida, acaba con la novela a secas. No sabemos en qué consistiría la aplicación total, pero sí para qué serviría: para clausurar la ansiedad que nos genera el resto de las aplicaciones. Teniéndola, no necesitarías de ninguna otra al modo en que teniendo El Quijote sobran todos los libros. No lo digo yo, lo dicen los estudiosos. De hecho, no hay novela buena que no sea un remedo de la de Cervantes. Todo el mundo quiere escribir El Quijote como todo el mundo quiere comer en Zalacaín. Pero ni El Quijote ni Zalacaín están al alcance de todas las economías.

Mientras llega la aplicación total, no tenemos otra que entretenernos en las parciales. A la que nos señala las gasolineras más cercanas y los restaurantes japoneses de los alrededores, podemos añadir ahora la de los confesionarios abiertos en las inmediaciones. E insistimos: puedes solicitar que te confiesen en inglés, lo que para algunos pecados resulta menos violento que la utilización del español. Todo lo que necesitamos se encuentra, en fin, al alcance de un clic. Y sin embargo, cada vez que encendemos y apagamos el móvil sentimos un vacío insufrible. Menos mal que en sus entrañas también cabe El Quijote.

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