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José Francisco Conrado de Villalonga

De la pereza intelectual

Hace unos días (30/1/17), Diario de Mallorca publicó un artículo mío titulado "Trump y el apocalipsis" sobre el que recibí algunas llamadas y WhatsApp, unos manifestando anuencia con lo escrito, otros consideraron el artículo excesivamente moderado y, uno, uno solo, de un amigo, ardiente defensor de las formas del nuevo presidente de EE UU -hay alguno-, en el que decía que estaba en desacuerdo con mi opinión pues la encontraba sesgada. Ello, el recibir comentarios sobre escritos de opinión, está dentro de la más afable naturalidad, es mas yo lo gradezco, pues así puedo decir, como Cicerón -mutatis mutandis-: "Yo, lejos de ser un sabio soy solo un opinador" (Cuestiones académicas II: 20) y, además el que opina espera que alguien contra opine, a favor o en contra, y explicite, en su caso, su discrepancia. Me llegó también un sorprendente comentario en el que, una persona conocida, transmitía el siguiente mensaje, que transcribo textualmente: "TL; DR". No supe de que iba el asunto, pero la curiosidad me impulso a acudir a Google por si ese hierático, inexpresivo y consonántico acrónimo tenía algún significado. Y, encontré que sí lo tiene: To long, didn´t read (TL; DR) -"demasiado largo, no lo he leído"-, acrónimo anglosajón que podría encarnar la pereza que produce a mucha gente el leer y, escribir aunque solo sea una frase, como en este caso.

El sintético, sincero y consonántico comunicante me hizo llegar su opinión sobre un texto que, al parecer, y según dice, no ha leído. El que alguien zanje un tema, de esa forma, con un "TL; DR", podría dar lugar a pensar que se trata de una forma despectiva de valorar un escrito, pero creo que no es esa la intención. Los textos escritos, al ser publicados adquieren independencia, cierta forma de vida autónoma, se distancian del autor. Es una paradoja que sin leer se pueda valorar y considerar, largo, corto o ajustado un escrito. La molicie en usar el intelecto -esta facultad humana que permite leer, entender, interpretar y enjuiciar- es pura pereza intelectual. A mucha gente le cuesta, abruma, leer aunque se ponga a su alcance algo de su interés, no quieren hacer el esfuerzo de entender las palabras, ordenadas adecuadamente con el atrevimiento de transmitir ideas, pensamientos y juicios de valor y, si esto es así y para el que escribe debe de ser así y, se rehúye su lectura, habrá que preguntarse, ¿qué ha pasado en nuestras mentes?, ¿las conexiones neuronales se han oxidado?, ¿se ha ralentizado la sinapsis?

Desazonado por el, "demasiado largo, no lo he leído", busqué datos sobre intención e índices de lectura y lo que encontré es desolador. El Centro de Investigaciones Sociológicas ha efectuado 2.485 entrevistas a ciudadanos sobre dedicación a la lectura y, de las respuestas, se llega a conclusiones, en general, deprimentes. El 39,4% no lee casi nunca un libro, el 65% hojea algo una vez al trimestre, las mujeres leen más que los hombres, ¡bien por ellas!; preguntados que cuál es la razón de esa escasa disposición, contestan que porque no les interesa, no les gusta leer. En Europa el índice de lectura se sitúa en el 70%, en Finlandia cada habitante lee 47 libros al año, en España el 70,2% no ha entrado en una biblioteca jamás. Con este panorama es lógico que las librerías se vayan cerrando, ahora hay solamente 3.650 en todo este reino de ignorantes. Se prefiere la diversión inmediata a la satisfacción que produce la concentración mental y la derivada activación de las redes neuronales.

Redes, redes sociales sí, podrían ser las responsables de la desafección general a la lectura. Es fácil conectarse por Twitter, Facebook, Instagram€, redes en las que está todo permitido, hasta Donald Trump lo hace. Faltas de ortografía, desconocimiento de los principios que regulan el uso de la lengua, la necesaria organización de las palabras dentro de una oración, impericia en el uso del sujeto y predicado, empleo de vocablos impropios, es más, desconocimiento de la veracidad de los contenidos. Eso es lo que hay. A los paletos de este país habría que recordarles lo que Mark Twain dijo: "Quien no lee no tiene ventaja alguna sobre quien no sabe leer".

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