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Democracia interna

La izquierda francesa avanza hacia el despeñadero, y con ademanes autoritarios que son muy difíciles de entender en el país de las libertades y la patria de la revolución francesa: los leales al exprimer ministro Manuel Valls no han aceptado su derrota en primarias y por lo tanto no apoyarán a Benoît Hamon, cuyo programa es propio "de una izquierda radicalizada". Los disidentes aseguran que no se puede defender en campaña lo contrario de lo que se ha hecho a lo largo de la legislatura? Será, en efecto, difícil explicar la mudanza, pero lo inaceptable es convocar primarias, perderlas y desacatar el resultado.

Los partidos políticos, ciertamente desacreditados, siguen siendo los cauces principales de la representación política (el caso de Trump muestra los riesgos que plantean los personajes que transitan por la política sin someterse a las servidumbres partidarias), y así debería seguir siendo, aunque haya que reparar estas viejas instituciones para adecentarlas, volverlas más operativas y oponerlas al servicio de la sociedad. Pero ello no será posible si no aceptamos de antemano las reglas democráticas, el principio de sometimiento de las minorías a la mayoría y del respeto a las minorías por parte la mayoría.

En Francia y en España, estos criterios se han perdido ya o están a punto de perderse. Lo que debería producir en ambos países una profunda reflexión.

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