Diario de Mallorca

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Norberto Alcover

Cuando todos los ríos confluyen

Cuando todos los ríos de la historia confluyen en un mismo mar histórico, y más si lo hacen sin orden y concierto, como resultado de tormentas dominantes, las aguas de la mar se encrespan y las costas aparecen revolucionadas y precarias. Después, sobreviene la rehabilitación, mejor o peor, depende de factores varios, se reformarán los cauces fluviales, su desembocadura en la mar, se reforzarán las costas y en fin, el agua resultará mejor dominada para encarar el futuro. Pero nada será igual: ni los ríos, ni las costas, ni por supuesto ese lugar de encuentro de lo anterior con la mar. Otro paisaje. Otras vías de comunicación. Y se añadirán diversos baritos, merenderos y hasta algún hotelito oportuno para el lugar. Incluso llegarán turistas. Todo ha tornado a la calma. No hay peligros. Retorna la historia al dinamismo sereno de antaño? pero nada es igual. Cambió el paradigma artístico del conjunto, y la realidad surge modificada, otra diferente. Comienza una época nueva e interrogante. Es otra historia.

Nuestro mundo responde exactamente a la metáfora marítima fluvial anterior. Punto por punto. Dentro de diez años, o menos, todo cuanto nos rodea, y no sólo tecnológicamente, será otra cosa en general y en concreto. Las relaciones entre países habrán dado dobles saltos mortales , los pequeños puede que sean, ya, grandes y al revés, la vida cotidiana responderá a otros ritmos porque las estructuras de convivencia habrán sufrido modificaciones sustanciales, unos criterios serán sustituidos por otros completamente alternativos, el capital estará conmovido por sucesivas revoluciones sociales, se trabajará menos y de otra manera, admitiremos bolsas permanentes de pobreza producida por lo anterior, se desarrollará el individualismo hasta el límite dentro de instituciones globales apabullantes, las relaciones entre padres e hijos serán otras, unas guerras controlables darán paso al terrorismo enquistado, seguirá y en aumento el negocio armamentístico pero mucho más sutil, y a la vez habrán resurgido formas de vida en común semejantes a las de antaño, de espíritu campesino, tranquilo, sereno, menos cómodo pero mucho más satisfactorio. Y a estos ciudadanos se les ayudará a vivir sin molestar a nadie. Reservas neoindias en la sociedad de consumo sobresaturada. Tantos ríos estarán en proceso de modificación de nuestras costas y de nuestro mar ribereño. En este momento, tenemos la seguridad de que será así si bien se nos hace imposible determinar los detalles precisos. Van apareciendo. Los ríos crecen ante nuestros ojos frívolos e inmediatistas, víctimas del momento, pero que no miran ni ven el conjunto de ríos, costa y mar. Todo acabará modificado, Es un cambio de época, como está dicho. Del todo.

Por ejemplo, puede que la mayor revolución sobrevenga en Norteamérica, tras la victoria de Trump, excelente estratega según Maquiavelo: golpea fuerte al comienzo, apabulla al resto, que desde tal momento tiene que defenderse sin saber cómo. Puede que de nuestra Europa solamente permanezcan pactos y alianzas entre dos o tres países, nacionalismos en avance incontenible. Le Pen al fondo. Puede que Rusia derive en otro imperio neocapitalista más, que competirá con la nueva China, derrumbado su sistema totalitario, toda vez que ha conseguido sus ambiciones económicas. Puede que África resulte la novedad más llamativa, puesto que en este momento somos incapaces de "organizar a medio, plazo sus contradicciones", como afirmó Berkeley, Puede que haya sobrevenido una renovación sustancial del sentido de lo divino con sus lógicas derivaciones en las estructuras de las religiones, incluidas las iglesias cristianas. Puede que las familias y las parejas, hayan encontrado interrelaciones diversas entre sus miembros. Y la enseñanza para nada se parezca a la actual. Puede que se hayan hundido por completo principios como el de "atreverse a pensar" o por el contrario, el pensamiento haya recuperado su lugar bajo el sol, tras tanta terapia frígida. Puede que los rebeldes vivan en grupos marginales pero aceptados. Puede que la intersexualidad avance sin cortapisas éticas. Puede que la robotización deje a infinitas personas en la calle, sin trabajo clásico. Puede que cuanto nos sucede en estos momentos deje de sucedernos. Serán los ríos incontrolados de la historia, que se crecen ante nosotros, los que aumentarán su caudal sin límites posibles, hasta desembocar en el mar de la historia provocando tal oleaje que todo se lo lleve por delante y después tengamos que rehacerlo todo de todo. Nuevo y distinto y diferente. Signos renacidos de nuestros signos tradicionales, siempre los necesarios signos de los tiempos. Diez años, no más? o puede que antes. Los ríos están confluyendo en nuestro mismo mar histórico. Y ya no podemos dominarlos. Y se lo están llevando, todo por delante. Lo sabemos, pero solamente colocamos diques que saltarán en pedazos. También sabemos esto. Así de sencillo.

Pero, como ya escribí, nosotros sumergidos en los datos y noticias inmediatas, que si la migración, que si los refugiados, que si el Ibex, que si el calentamiento global, que si lo de siria, que si aumenta el precio del petróleo y de la electricidad, que si tal mujer ha sido violada, que si la verdad es postverdad, que si los medios ya no median sino que ocultan, y tantos otros significados escondidos bajo el aluvión de datos concretos y dominantes. Y nosotros nos creemos que dominamos el conjunto, cuando el conjunto no ha hecho más que apuntar sus consecuencias alternativas en la historia de la humanidad, en nuestro espacio y tiempo humano. No penetramos los datos y noticias. Tampoco somos capaces de interpretarlos. Estamos asustados. Nos mentimos.

¿Por qué no dedicarnos algo más a pensar en nuestro futuro, lejos de la incordiante inmediatez? ¿Por qué no darse cuenta de que el arte se ha desintegrado y la belleza también? ¿Por qué no admitir de una vez por todas que estamos dando a luz otro paradigma que nos arrollará? ¿Por qué no asentamos nuestra necesaria esperanza en lo real, que siempre se esconde en lo último de las cosas y personas? En una palabra, ¿por qué no construimos canoas para surcar los ríos embravecidos y no acabar como sus víctimas? No encuentro respuesta. Puede que no queramos obtenerla. Puede que el momento nos haya sobrepasado. Pero, algunos siempre consiguen nadar en la tormenta. De ellos será el futuro.

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