Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Antonio Papell

Se desploma el referéndum

El apoyo de la CUP al gobierno de la Generalitat formado por Junts pel Sí es un regalo envenenado a Puigdemont y a sus correligionarios de PDEcat y de ERC, ya que estas formaciones, presas en el atolladero de sus propios dislates, ya no tienen cabeza de turco a la que cargar la imposibilidad de celebrar un referéndum ilegal en la civilizada Europa, donde los socios españoles de la UE contemplan con perplejidad se vio hace pocos días en el Parlamento europeo el espectáculo de unos radicales que postulan nada menos que la independencia de un territorio sin promover la exigible reforma constitucional (sin este requisito, no hay forma legal de intentar una aventura tan traumática) ni disponer de suficiente mayoría para ello.

Al respecto de esto último, cualquier observador podrá seguir la evolución del sentimiento identitario catalán: el pasado domingo, Carles Castro resumía la situación en un artículo en La Vanguardia, titulado "La cifra de ciudadanos que sólo se consideran catalanes se desploma"; en efecto, según el sondeo del Centro d'Estudis d'Opinió (CEO) en diciembre, la bajada con relación a julio fue del 28,5% al 19,8%. En cambio, el porcentaje de quienes se sienten tan españoles como catalanes subía del 34,5% al 38%; el de los que se sienten más catalanes que españoles bajaba del 23,5% al 20,0%; el de los que se sienten más españoles que catalanes subía del 5,3 al 6,3% y el de quienes se sienten sólo españoles también se mostraba al alza, pasando del 3,9% al 4,9%. En otras palabras, el porcentaje de quienes se sienten sólo españoles, más españoles que catalanes y tan españoles como catalanes ha pasado en medio año del 43,7% al 49,2%, en tanto el porcentaje de los que se sienten solo catalanes o más catalanes que españoles ha bajado del 52,0% al 40,3%. Como puede verse, los efectos del proceso soberanista sobre el ánimo y la adscripción de la ciudadanía son perfectamente descriptibles.

Las revelaciones del ingenuo y pintoresco exjuez Santiago Vidal tampoco ayudan a la causa secesionista: era lógico que una propuesta ilegal como es el referéndum de ruptura fuera precedido por unos preparativos subrepticios que no pueden salir a la luz del día porque serían debidamente reprimidos por el estado de derecho? De cualquier modo, la ciudadanía ha tenido motivos para irritarse al saberse manipulada de este modo.

Tras la ley canadiense de la Claridad, el referéndum de autodeterminación en un Estado desarrollado debe pasar unos filtros democráticos que permiten descartarlo en la Cataluña actual, máxime cuando es patente que no existe una tensión claramente mayoritaria en tal dirección. El problema es que, desde la desautorización por el Tribunal Constitucional (TC) del Estatut de autonomia que había sido ratificado (bien es cierto que con escaso entusiasmo) por la sociedad catalana en referéndum, no sólo los soberanistas exigen una reparación: gran parte de la ciudadanía las encuestas dicen que más del 70% reivindican el "derecho a decidir"? Que puede evidentemente colmarse por vías distintas del imposible referéndum secesionista.

La evidencia de que el Estatut de autonomia vigente, mutilado por el TC (es irrelevante que haya sido con razón o sin ella), es rechazado masivamente y con razón por la ciudadanía de Cataluña, obliga a pensar en la necesidad inexorable de una reforma constitucional que reconociera la singularidad catalana, seguida de la elaboración de un nuevo Estatut de autonomia, proceso que daría ocasión no sólo a uno sino a dos referéndums. Lo que podría colmar la demanda de una mayoría de catalanes que reclama una reparación moral, una muestra de respeto, un lenitivo a las heridas infligidas a su dignidad.

La voluntad negociadora del Gobierno popular no podrá, pues, pararse en la reforma de la financiación autonómica, que es necesaria pero no suficiente a estos efectos. No habrá más remedio que abrir el melón constitucional y estatutario.

Compartir el artículo

stats