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Juan José Millas

Tierra de Nadie

Juan José Millás

Adónde apuntarme

Me abrí un perfil en Facebook y a las 48 horas me borré porque me parecía un poco confuso. Me había dado de alta para acceder a otros perfiles que me parecían interesantes y a los que no puedes entrar desde afuera, pero el precio existencial resultaba demasiado alto. Ignoraba con qué criterios debía aceptar las peticiones de amistad y si ponerme bigote o no en esta nueva forma de existencia. Facebook resultó un espejo manipulable cuya imagen de mí mismo me provocaba más desconcierto que seguridad. Por fortuna, hay en esta aplicación, o lo que sea, una puerta del pánico por la que puedes huir tan pronto como quieras. Me recordó a las puertas de emergencia de Ikea que suelo utilizar en el primer tercio del recorrido de los grandes almacenes, en el caso de que sean unos grandes almacenes. Un amigo me ha recomendado que me abra un perfil falso desde el que podría observar a los otros sin que los otros me observen. Ya veremos.

A los cuatro días de borrarme, me enteré de que un actor estadounidense, Frederick Jay Bowdy, se había suicidado en directo desde su página de Facebook. En la realidad analógica lo hizo desde un coche, pero logró retransmitirlo de forma digital a través de Facebook Live: una contradicción aparente, ya que "live" significa "vida". ¿Pero acaso se puede alcanzar la muerte desde un sitio distinto al de la vida? La noticia no aclaraba el modo elegido para quitarse de en medio, por lo que cada uno puede imaginar lo que quiera. La manera más dulce, en todo caso, consiste en conectar el tubo de escape con el interior del automóvil y dejar el motor en marcha. Los gases de la combustión te duermen y dentro del sueño viene a por ti la Parca. Todo ello, como decimos, en vivo (es un decir) y en directo, para todas las personas que en ese instante hubieran entrado en la página del actor.

Se trata de una forma como otra cualquiera de fallecer en compañía. En la compañía, claro, de las amistades de Facebook. Las asociaciones partidarias de la eutanasia, si así lo solicitas, te envían un par de voluntarios a los que puedes contar tu vida mientras el cóctel hace efecto. Se trata de voluntarios analógicos. Pero los voluntarios analógicos tienen un punto de grosería física del que carece el voluntario digital. No sé adónde apuntarme.

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