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Antonio Papell

Los líderes de la cuarta revolución industrial

Hoy está Davos en pleno apogeo el foro de este año es entre el 17 y el 20 de este mes, con un lema abstracto esta vez: "Responsive and Responsible Leadership", que podría traducirse como "liderazgo sensible y responsable". Contrasta este titular con el del año pasado, "La cuarta Revolución Industrial", que es sin embargo preámbulo del actual: aquella revolución exige un liderazgo nuevo. Un liderazgo que, según el fundador del Foro Klaus Schwab, significa asumir la responsabilidad del cambio, por lo que, para cumplir con esta tarea, los líderes necesitan sensibilidad y empatía, con radar y brújula en mano ya que sin un sistema de radar, "los líderes no pueden responder, y sin una brújula, no pueden ejercer el liderazgo de manera responsable".

Schawb publicó después de Davos 2016 el libro La cuarta Revolución Industrial (editorial Debate), sobre la que exhibe algunas rotundas certezas: su potencial mejorará los ingresos globales y por lo tanto el nivel de vida de la gente en el mundo. Sin embargo, también es evidente que el cambio generará problemas. Uno primero, ya conocido, el efecto inicialmente negativo de la automatización sobre el empleo. En los Estados Unidos, hay doce millones de personas que conducen taxis, por lo que la irrupción de Uber tendrá consecuencias (aunque las nuevas tecnologías crearán también empleos, como se está poniendo de manifiesto en el desarrollo de las grandes empresas que manejan las nuevas tecnologías). Pero parece predominar la idea de que el bienestar general se incrementará con las tecnologías exponenciales en ciernes (big data,internet de las cosas, etc.).

Otra de las consecuencias de esta revolución atañe a la gobernanza, ya que es evidente que los gobiernos "no son capaces de regular eficientemente, ni de crear estructuras para ello. Así, la gente cree que la tecnología se les escapa de control". Y Schawb cita como ejemplo el conflicto entre Apple y el FBI por la clave de un iPhone encriptado.

Una tercera consecuencia se relaciona con la seguridad cibernética, ya que la globalización y las nuevas tecnologías están siendo el escenario de los grandes fraudes del siglo XXI. Nada indica sin embargo que no vayan a encontrarse respuestas eficaces a estas agresiones.

De cualquier modo, esta cuarta revolución plantea retos que deben encontrar respuestas. Y los líderes emergentes han de marcarse cuatro grandes objetivos para responder a las principales preocupaciones de la sociedad. En primer lugar, fortalecer el crecimiento económico. En segundo lugar, hacer más inclusivos los sistemas basados en el mercado. En tercer lugar, reformar el capitalismo y dominar la cuarta Revolución Industrial, el gran salto impulsado por la tecnología digital. Y finalmente, rediseñar la cooperación internacional y fortalecer la colaboración mundial entre países.

En definitiva, se trata de dar respuesta a una inquietud que Schawb expresa concisamente: "El mundo que nos rodea está cambiando a una velocidad sin precedentes. En este punto de inflexión, nuestros conceptos tradicionales acerca de la sociedad, el empleo de calidad y el Estado-nación ha de responder a poderosos desafíos, y muchos ciudadanos se sienten inseguros y amenazados".

Ese "liderazgo responsable y sensible" que ahora se busca debería ser, en realidad, la respuesta a la reacción social contra la globalización que se ha instalado en el mundo durante 2016 y que ha producido ya daños probablemente irreparables. El populismo descreído, iconoclasta y ácrata que nos invade como consecuencia de la insensibilidad con que se ha gestionado hasta ahora la globalización está detrás del brexit y de la victoria de Trump en los Estados Unidos. Hará falta, pues, un impulso intelectual ascendente que demuestre la compatibilidad de las nuevas tendencias tecnológicas con los viejos valores democráticos, que siguen teniendo plena vigencia y que están en la base de ese bienestar personal que todo individuo exige como objetivo irrenunciable.

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