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Llorenç Riera

Usos, valores y costes del deporte

Existen dos grandes formas de entender y contemplar el deporte. Una de ellas, digamos la elitista, prima sobre cualquier otra cosa la profesionalización, la victoria, el éxito y el negocio económico que todo ello pueda generar. La otra, la aficionada, mucho más discreta y humilde, se decanta por los valores de la participación y los usos sociales y saludables, en todos los sentidos, de la práctica deportiva. En ella importa el equipo antes que el individuo, el juego por encima del triunfo.

Naturalmente, a la hora de elegir, un ayuntamiento debe abonarse a la salvaguarda y estímulo de esta segunda opción. Deben importarle los hábitos sanos y cohesionados de sus administrados antes que el éxito sobrevalorado que puede acabar defraudando a quienes son incapaces de alcanzarlo. El gran Rudyard Kipling ya dejó sentenciado en 1909, en su famoso poema, que tanto el éxito como el desastre acaban siendo dos grandes impostores, lo cual es especialmente importante a la hora de inculcar valores básicos a niños y jóvenes, que les deben servir de brújula para navegar por la competitiva sociedad madura en la que todo tiene un precio. En esta tesitura nos encontramos.

Todo lo dicho hasta ahora viene a cuento del desencuentro producido entre los clubes deportivos de Palma a causa de la nueva política de precios, costes y controles que aplica Cort. Se está haciendo de una forma alejada del diálogo que, de continuar por el camino torcido que se ha emprendido, puede poner en serio peligro la continuidad de algunos clubes y lo que es peor, dejar en el banquillo de la práctica deportiva a niños, jóvenes y aficionados adultos que compiten, principalmente, con su formación y su propia superación personal.

En pocas palabras, los clubes pagan una especie de tasa o alquiler a principio de temporada por el uso de los pabellones municipales de Son Moix, Son Hugo, Germans Escalas, Rudy Fernández y S'Estel. Sin embargo, el Ayuntamiento pretende ahora que todos los usuarios, sean jugadores o técnicos, se inscriban en el Institut Municipal de l'Esport pagando la correspondiente cuota. Se hace bajo el argumento del control de accesos a las instalaciones municipales. ¿Acaso los clubes no tienen las fichas nominales de sus propios federados?

Los afectados han visto en la medida, antes que cualquier otra cosa, una subida encubierta de precios y a la lucha en su contra están entregados. Las decepciones registradas pasan por la amenaza de devolver las llaves del pabellón usado, la negativa a pedir más dinero a los padres de los niños inscritos en los equipos o a la calificación de haber actuado "sin pies ni cabeza". Ahora el Ayuntamiento se ofrece para reunirse con los clubes y explicar ideas y medidas adoptadas. Que hagan cuanto consideren oportuno, pero el deporte de base en Palma no puede depender solo de una mala política de precios.

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