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Ramón Aguiló

Escrito sin red

Ramón Aguiló

Cierre

Se cierra 2016 en las antípodas de su comienzo. Con gobierno de Rajoy, este fenómeno de la resiliencia que ya ha consagrado como dogma españolísimo la sentencia tantas veces repetida por Fraga y Cela: "En España quien resiste, gana." Imagino que toman ejemplo de Franco Bahamonde, otro gallego, vigía de Occidente, que resistió todas las presiones interiores y exteriores durante cuarenta años que, para los que vivimos buena parte de ellos, se nos antojaban cuarenta siglos. Estábamos mohínos a los veinte pensando que, incluso a nosotros nos sobreviviría, y jamás podríamos disfrutar de las libertades. El libertinaje, tantas veces execrado por las varoniles voces del régimen, se nos representaba como el secreto deseo de nuestro corazón, en disposición de afrontar una catarsis generalizada que nos liberara de sentir que se nos escapaba la vida en el muermo de la dictadura nacional-católica. Si lo que teníamos era libertad y lo prohibido era el libertinaje, sólo lo segundo podía ser nuestro sueño. En realidad todo era hipocresía, como pretende contar la serie de Telecinco Lo que escondían sus ojos. Conocí a Carmen Díez de Rivera en el avión, compañera de asiento. No conocía aún la historia amorosa entre Serrano Súñer y Sonsoles Icaza, marquesa de Llanzol, ni la salida de España de Carmen al saber que el hombre del que se había enamorado, Ramón Serrano Polo, era su hermano. Ni la libertad ha sido lo que soñamos ni el libertinaje ha hecho acto de presencia. Y en este final de un año terrible, disfrutamos (o padecemos) de una distensión anímica en que la procrastinación mariana se nos antoja un sanatorio en Davos donde, como Hans Castorp, recuperar la salud.

Tan calmo es el panorama que, si excluimos a Trump, los atentados yihadistas, el imperialismo ruso, el chantaje de Erdogan, la pobreza energética y el independentismo catalán, sólo son noticias en la prensa local los desvaríos en el Consell Insular de Mallorca (CIM); y en la estatal las peleas de Podemos. Se ha instalado merced al secreto compadreo entre PP y PSOE la engañosa percepción de que el tren avanza sin peligro inmediato de descarrilamiento. Sólo con la sensación de haber perdido un año de nuestras vidas y la lúgubre premonición de que las reformas constitucionales que podrían y deberían liderar PP y PSOE, si de verdad se aspirase a la revitalización de la democracia, se van a que dar en un par de apaños que no van a acabar con el malestar. Hasta el malestar se va a pudrir.

La inutilidad del CIM se manifiesta en el grueso de sus preocupaciones, que nada tienen que ver con el bienestar de los mallorquines, sino con el sagrado tema de la identidad. La discusión estrella es el día de la Diada. Que si el 31 de diciembre coincidiendo con la Festa de l'Estendard en Palma, que si el 24 de abril, día en que se constituyó el Consell en 1979, que si el 12 de setiembre, cuando Jaume II hizo el Jurament de franqueses i privilegis. Se pretende instaurar una celebración que, fuera de minúsculos grupos enfrentados a muerte, nadie reivindica porque no forman parte de ninguna tradición. Todo lo que hasta la fecha se ha celebrado, todo, ha estado revestido de un barniz de artificiosidad, como algo postizo. La última ocurrencia del Titán de Quíos es quitar el topónimo de Son Sant Joan del aeropuerto e investirlo con el de Ramon Llull. Miquel Ensenyat se quiere subir a la grupa de Llull para parecer más alto. Como se contagien otros mandatarios va a cambiar la toponimia aeroportuaria mundial: Aeropuerto San Juan de la Cruz, Descartes, Shakespeare, Goethe, Strindberg, Confucio, etc. Por cierto, nada nuevo esto del recurso a lo consagrado de los que pretenden beneficiarse de su prestigio. Recordemos el último premio Nobel de literatura. Nada hay con más significado oportunista y provinciano que borrar topónimos tradicionales para sustituirlos por otros, antiguos o nuevos, pero famosos, con los que impregnarse de su aroma. Asuntos como la célebre Diada no pueden abordarse sin una clara posición común. Obedece al estricto sectarismo lo contrario. Especialmente entre nosotros, en que se cambió el nombre de Palma sin consenso para volver a hacerlo con otros partidos en el poder. El PP ya ha proclamado que si se elige como Diada el 31 de diciembre, lo revocará en cuanto retorne al poder. Es un continuo hacer y deshacer sin avanzar, propio de una tierra que padece la maldición de tener como representantes a una clase política sectaria incapaz de ponerse de acuerdo en temas que no debieran ser en absoluto objeto de litigio. A poco que se escarbe, sale a la luz casi siempre el problema de la identidad. Por mucho que se alardee por el PSOE y los nacionalistas de la cohesión social de antaño en la cuestión lingüística, es esta supuesta cohesión un nuevo mito por el que se confunde la ligereza política con su aceptación social; y con el que se arbitran las imposiciones de hogaño.

Los de Podemos, nave capitana de la nueva política, están embarcados, a cuenta de su próximo congreso Vista Alegre II, en un periplo de guerra interna que a lo más que se parece es a las de la vieja política. Griegos todos, pero unos atenienses y otros espartanos. Es cierto que no han llegado aún a las cotas del PSOE. Pero es porque llevan poco tiempo entrenando. A poco que se esfuercen?Con el hastag de Twitter #AsíNoÍñigo la nomenclatura pretoriana de Iglesias, con su conocimiento, ha emprendido una típica purga estalinista contra Errejón, el Trotsky podemita. El Marat de la formación, Echenique, ha sentenciado: "Había que dar un toque de atención a Errejón." La portavoz y sin embargo novia de Iglesias, Irene Montero: "La fortaleza de Íñigo no se puede construir debilitando a Pablo o dañando a Pablo." Teniendo en cuenta que su anterior novia, Tania Sánchez está encuadrada en las filas errejonistas y que quien defiende a Errejón es su novia Rita Maestre, parece como si fuera una comuna californiana anterior a Reagan, desquiciada, la que hubiera creado Podemos sobre los rescoldos del 15M. El narcisista cursi se ha caído del guindo: "Lo que pensé que sería un debate serio se ha convertido en la mejor arma de mis enemigos" (Carl Schmitt, dialéctica amigo-enemigo). Si todo esto ha sucedido cuando ninguno de los oponentes programáticos a Iglesias se le ha ocurrido postularse como líder, imagínense lo que hubiera pasado de haberlo hecho. ¡Nueva política! Pero si algo hay en Podemos es el viejuno culto al líder como significante vacío que cohesiona emocionalmente las demandas incompatibles de sus seguidores, como Perón, Chávez y compañía. Para mayor escenificación teatral, se ofrece como víctima pidiendo perdón por los pecados de su partido. A mí todo este culebrón me da vergüenza ajena. ¡Feliz año!

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