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Llorenç Riera

Definición y efecto de la creencia personal

El cambio de hábitos y comportamientos religiosos producido en los últimos años en Balears, salta a la vista. Ha sido tan progresivo y cuantioso que, para bien o para mal, ha significado un vuelco de las costumbres sociales. El santoral y las efemérides religiosas siguen marcando el calendario porque continúan siendo los referentes oficiales y colectivos más arraigados y mejor asumidos, pero esto no comporta ya el reflejo de una práctica creyente común.

La sociedad se ha diversificado debido a múltiples factores que necesitarían un análisis pormenorizado y exhaustivo. Como consecuencia de ello, las actitudes colectivas se han asentado sobre la pluralidad. Dicho de otro modo, la propia evolución del comportamiento, la libertad y la tolerancia, han hecho que se depuraran actitudes y creencias. En principio, todo es más libre y auténtico. Por lo menos de entrada, porque habría que indagar todavía si muchas prácticas o renuncias religiosas se sustentan sobre modas fluctuantes, son fruto de inercias instaladas o se asientan sobre comodidades superficiales. La cuestión da para muchas investigaciones y matices que sería interesante abordar para conocernos y definirnos mejor.

De momento, el informe de la Fundación Ferrer i Guardia sobre laicidad sirve para calibrar el número de creyentes y su evolución. De él se desprende de inmediato que Balears es una de las comunidades españolas que más se ha decantado hacia la increencia. Solo la superan, en este sentido, Cataluña y el País Vasco. Hoy, uno de cada tres isleños se declara ateo o no creyente. Es el 32,9% de la población. Ni que decir tiene que los jóvenes son quienes manifiestan unas creencias más débiles y que después se nota un repunte de la convicción y la práctica a medida que avanza la edad.

En el conjunto de España son una de cada cinco personas las que se manifiestan no adscritas a religión alguna, el 25,8% de la población. Naturalmente, estos cambios de tendencia confesional tienen una de sus manifestaciones más elocuentes en el sentido de los compromisos personales y civiles y en la formación académica. Este es el motivo que explica el descenso de los matrimonios canónicos y la menor demanda de enseñanza de religión en las escuelas. Balears registra en estos ámbitos una tendencia anexa al incremento de no creyentes.

El 82,9% de los enlaces matrimoniales que se celebran en las islas son civiles. Solo le gana Cataluña y, por lo que respecta a la enseñanza de religión, el 57,9% la evita. Aparte de todo lo dicho, habría que considerar aún el número de creyentes no practicantes y a partir de todo ello diseccionar porqué la Iglesia católica ha diluido el atractivo de su mensaje o, desde otra vertiente, la causa por la cual la religión desciende en el ranking de ocupaciones y preocupaciones de la gente.

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