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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Salvad los toros (y la navidad)

La fiesta universal de la Navidad se ha convertido en el equivalente de la fiesta nacional...

La fiesta universal de la Navidad se ha convertido en el equivalente de la fiesta nacional. Ya no se celebra su esencia, sino su subsistencia. El paréntesis de finales de año era una zona libre de activismos, pero se ha convertido en un campo minado a defender palmo a palmo. Rafael Sánchez Ferlosio escribió, en el por desgracia lejano 1980, un artículo titulado La conciencia histórica. Desgranaba la distorsión de los festejos taurinos, adonde el aficionado acude no con la alegre perspectiva de gozar del salvaje espectáculo sin trabas morales, sino con la misión de "salvar la fiesta".

Por lo visto, en 1980 estábamos donde hoy mismo, pero el tiempo cíclico no es nuestro asunto en este apunte. Hemos saltado de salvar la fiesta a salvar las fiestas. Estamos condenados a proteger la Navidad de los asaltos coordinados de los practicantes de religiones eminentemente verdaderas y de ateísmos notoriamente falsos. Cuesta instalarse en la delgada franja entre fanatismos, para atiborrarse encima de manjares ricos en colesterol. Se impone una alianza circunstancial con tus cuñados, habéis de combatir al enemigo común. Necesitas a Stalin para acabar con Hitler. Ya discutiréis a los postres si hay evidencias del cambio climático.

Si hemos de plantar batalla hasta por la Navidad, este planeta se ha hecho más inhóspito de lo que pensábamos.

Preservar la fiesta o las fiestas "es una enorme responsabilidad", otra vez Ferlosio. Por supuesto, esta concentración en la actitud defensiva paraliza el disfrute frívolo. Se impone una celebración concienzuda, deliberada, con los cinco sentidos y el dedo en el gatillo. Debemos portar encima un manojo de argumentos, como salvoconducto para mantener la fidelidad frente a integristas y paganos. La trivialización de la Navidad es el último atentado contra las clases medias. Para el uno por ciento opulento, la fiesta se extiende durante 365 días al año. Mantener la tradición es la última batalla de un año plagado de obstáculos a nuestras convicciones. En la referencia final a Ferlosio, hemos de decidir si deseamos "seguir pareciéndonos a nosotros mismos". El activismo es agotador, el nativismo todavía más.

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