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Un día corriente

De puro corriente, hoy resulta incluso especial. En un mes donde los hitos se acumulan y superponen como automóviles en un choque en cadena, el veintisiete de diciembre destaca por no ser nada del otro mundo. Hoy no se celebra la carta magna del país, ni el arrebato concepcionista que llevó en volandas a parte de los españoles del siglo XVII; no se realiza ningún sorteo de lotería ni hay masivos saltos de júbilo y descorche de cava ante ninguna cámara de televisión; no se conmemora el nacimiento de un niño en circunstancias que (salvando el marco marítimo y el superávit de sanitarios) recuerdan al nacimiento del bebé hace unos días en la fragata Navarra, y tampoco se disfruta de una Segona Festa. Y mucho menos se recuerda el luctuoso suceso de la degollación de los inocentes, privilegio de que goza mañana miércoles y que se festeja, de manera paradójica, gastándole bromas de mejor o peor gusto al prójimo. Carente de cualquier signo distintivo, en el santoral del día, junto al consabido conjunto de santos y santas de nombre impronunciable que antes tan sólo se imponía en recónditos pueblos de Castilla-León, únicamente destaca un santo: San Juan apóstol. O, dicho de forma más familiar, San Juan evangelista. Aunque, en los tiempos que corren, es más conocido entre los exquisitos por su colaboración como letrista en una pieza de Johann Sebastian Bach, y en círculos aficionados al tenebrismo gótico, por su libro del apocalipsis.

Ni siquiera las efemérides nos dan motivo para equipararlo con otras fechas. Cierto que tal día como hoy ocurrieron acontecimientos que podríamos considerar positivos: en el año 537 se consagró la basílica bizantina de Santa Sofía de Constantinopla; en 1571 nació Johannes Kepler, en 1822, Louis Pasteur y en 1901, Marlene Dietrich. Tal día como hoy, en 1831, zarpaba de Plymouth el Beagle, que llevaba a bordo a Charles Darwin; en 1887 aparecía la primera entrega de un caso de Sherlock Holmes y en 1904 se estrenaba Peter Pan, el niño que no quería crecer. Pero también tal día como hoy se registraron sucesos de distinto signo: la promulgación de las Leyes de Burgos, que regulaban el trato que debía darse a los nativos de las entonces llamadas Indias (1512); el naufragio del barco portugués São José, con su carga de unos quinientos esclavos mozambiqueños destinada a Brasil (1794); la muerte de Osip Mandelstam (1938), la división de Corea en dos (1945) o la resolución estadounidense de emplear la base naval de Guantánamo como cárcel para prisioneros talibán y sospechosos de pertenecer a al-Qaeda (2001).

En resumidas cuentas, se mire como se mire, hoy es un día normal y corriente. Un bendito día normal y corriente entre tantas celebraciones de distinto pelaje que jalonan el mes. Antes de desearles lo mejor para el año nuevo, permítanme hacer lo mismo para esta humilde jornada. Feliz martes veintisiete de diciembre a todos, y feliz 2017.

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