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Antonio Papell

El PSOE y la 'candidatura de unidad'

Diversos medios de los que crean más intensamente opinión están recogiendo una tesis evidentemente difundida por la gestora socialista según la cual, tras las traumáticas convulsiones experimentadas por el partido, se impone una candidatura de unidad? Pero como no hay otra candidatura verosímil distinta de la de Susana Díaz, las distintas corrientes y sensibilidades socialistas no tendrán más remedio que aceptar esta opción como un inexorable hecho consumado.

Cualquier observador desapasionado llegaría sin duda a una conclusión distinta: es cierto que el PSOE acaba de salir de una experiencia muy traumática, causada por la irreconciliable enemistad entre dos sectores del partido. Uno de ellos, encabezado por Pedro Sánchez, no estaba dispuesto a aceptar la fórmula de la gran coalición ni a prestarse a permitir por acción o por omisión un gobierno conservador, y tras el 26J pretendía intentar un pacto con Podemos, sin desdeñar alguna fórmula de colaboración con la izquierda independentista catalana. El otro, con Susana Díaz como muñidora en la sombra, era partidario de permitir el gobierno del centro-derecha, no solo por razones coyunturales, que resultaban perfectamente atendibles, sino por una incompatibilidad de fondo con Podemos de hecho, Díaz gobierna en Andalucía gracias a Ciudadanos y por una enemistad estructural con el independentismo catalán, que "quiere romper España" (cuando Maragall pactó con ERC no se escucharon estas reservas pero esta es otra cuestión). Pero una vez detectados los contendientes de la gran querella, parece absurdo pretender que una de las dos partes podría constituir una "candidatura de unidad". Entre otras razones porque en la organización hubo un cruento y brutal "golpe de mano" que ha dejado inolvidables secuelas.

Si se pretende de buena fe ensayar una "tercera vía", habría de buscarse a un personaje equidistante de los dos anteriores, de Sánchez y de Díaz. De lo contrario, parece inevitable que las primarias sean el escenario de una pugna abierta entre las dos opciones. Opciones que tienen resonancias antiguas Largo Caballero y Prieto debatieron asuntos parecidos y que habrá que seguir planteando en el futuro puesto que Podemos y Ciudadanos han venido para quedarse.

Por lo demás, la candidatura de Susana Díaz es cualquier cosa menos "indiscutible". De un lado, Díaz representa un modelo de partido nacionalista y poco sutil con las diferencias territoriales que enriquecen a este país; Díaz no ha demostrado hasta el momento gran sensibilidad en el tratamiento de la cuestión catalana. De otro lado, el socialismo andaluz, ineludiblemente vinculado a la cultura del subsidio que le ha servido para tender grandes redes clientelares, no parece el sistema más apropiado para encarnar la modernidad y la globalización que hoy arrollan el proceso político. De hecho, ni Andalucía ni Extremadura han conseguido acortar en casi cuarenta años la distancia de sus respectivos PIB per cápita con relación a los promedios estatales. Por último, Díaz, un verdadero apparatchik que no ha salido personal ni profesionalmente de los confines del PSOE andaluz, ofrece un liderazgo cálido pero poco vinculado a la inteligencia europea, a los nuevos liderazgos tecnológicos y digitales.

Así las cosas, parece claro que el PSOE encabezado por Susana Díaz tendría serias dificultades para integrar las antiguas y variadas sensibilidades que buscan acomodo en el hemisferio de babor. Y sería seguramente presa fácil para su gran competidor en ese espacio político, Podemos, que concurre con renovados bríos y con ideas novedosas a la competición. En definitiva, no parece que el declive socialista vaya a contenerse por el simple hecho de que termine sentando sus reales el sector golpista, que acabó con Sánchez por razones aún no aclaradas y que a lo mejor no conviene siquiera aclarar.

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