Estos días pasados la mediática Victoria Beckhman subió a su cuenta de Instagram una fotografía besando en la boca a su pequeña hija. Rápidamente, emulando la proeza la conocida actriz Melanie Duff hizo otro tanto con la imagen en que también ella aparece besando a su hijo en la boca.

Estos actos desencadenaron inmediatamente furiosas reacciones virales de reprobación y apoyo de los numerosos seguidores que lo tachan de aberrante acto incestuoso u otros que lo defienden como libre expresión de ternura. En los medios nacionales e internacionales esta noticia apareció exponiendo la opinión de diversos especialistas en psicología, pediatría e incluso odontología pediátrica por el problema de higiene de los besos en la boca.

En esta sarta de banalidades lo que realmente vale la pena analizar son tres cuestiones fundamentales del desarrollo psicosexual y afectivo del niño. El primero es el complejo proceso por el que un ser humano adquiere en su desarrollo la distinción entre el amor tierno y el amor erótico. El segundo es el carácter cultural y relativo de las normas morales. Y el tercero es la ética de las relaciones entre las personas.

Lo que hace a estos tres temas importantes es la influencia en el desarrollo de la personalidad y en la capacidad de relacionarse emocionalmente que tendrá el adulto. Respecto al desarrollo psicosexual, uno de los descubrimientos más apasionantes sobre la evolución de las emociones es el hecho de que inicialmente el niño tiene una sensualidad única y polimórfica. Explora, abraza, chupa o muerde todos los objetos de su universo ya sean juguetes, peluches, chupetes o padres. También necesita, disfruta y busca activa y seductoramente besos y abrazos, tanto como el alimento y la seguridad. La consecuencia de esta forma indiscriminada de amar es que los primeros objetos, los padres son amados con un amor primario, total y sin diferenciaciones.

Al igual que del petróleo se obtienen una gran cantidad de materiales por un proceso de destilación, según los antropólogos, toda sociedad humana dirige los instintos primarios de sus cachorros hacia una especie de destilación en que se diferencian y separan en sexualidad y ternura. Todas las sociedades crean códigos que clasifican y distinguen las formas de amar, las partes del cuerpo que pueden estar en juego y que se pueden tocar, besar o acariciar y cuales no, según sea el tipo de relación familiar, amistosa o sexual. Lo sorprendente es que este proceso no es natural sino que se dirige en la educación y gracias a ello el yo, cuando el proceso es exitoso, adquiere la capacidad de abrir y cerrar grifos en sus impulsos hacia sus diversas relaciones. La sexualidad de un adulto es como la paleta de un pintor, en el que los ingredientes se mezclan en muy diversas formas y combinaciones.

La segunda cuestión es que justamente por el hecho de que el mapa de lo erótico y tierno del cuerpo no viene dado en la naturaleza sino que es un artificio de la educación, se abre un campo que se suele prestar a confusiones y conflictos. ¿Besar en la boca es tierno o erótico? Pues no hay una respuesta universal. Depende del simbolismo que cada cultura le de. Los esquimales se "besan" frotándose las narices entre sí. Los rusos se besan en la boca en situaciones que no son sexuales. Hay una imagen histórica del líder soviético Leonid Brézhnev y el político alemán Heinrich Honecker dándose un beso en la boca en la celebración del treinta aniversario de la República Democrática Alemana en 1979 que los alemanes llaman beso de hermano y fue pintada en el muro de Berlín.

Podrían darse infinitos ejemplos de cómo cada sociedad clasifica lo que pertenece a la ternura o al erotismo. Además están las variaciones individuales que dependen de la subcultura de cada familia.

Por eso lo que divide las aguas entre los efectos dañinos y beneficiosos de la forma en que los adultos intercambian caricias con los niños es el significado que tenga en el código de cada familia. Sorprendentemente durante la psicoterapia de quienes se vieron afectados de niños por algún tipo de abordaje sexual, las mayoría de las veces lo traumático no ha sido ni la violencia ni la importancia de los actos físicos sino el carácter ubicuo y confuso respecto a lo tierno o erótico y lo lícito o prohibido.

Por último, el tercer aspecto involucra la cuestión general de la ética de los vínculos humanos. Violación, abuso o acoso son crímenes independientemente de que haya contacto físico por que se ignora el bienestar y la voluntad de la víctima.

Los personajes mediáticos suelen transformar todo lo que son o lo que les ocurre en una cantera para la exhibición o la provocación. Allá ellos. Finalmente es parte de su negocio. En el marketing a veces se vende un personaje. Pero en casos como estos el uso de sus propios hijos para publicitarse en las redes puede constituir abuso más allá de como sean los besos.

Digamos que si hay pecado hay que buscarlo en la intención.

* Psicólogo clínico