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Ritos de paso

Rajoy en marcha

El gobierno que nos ha tocado en el sorteo y a última hora, confirma con su política de gestos ese nuevo tono negociador y dialogante que Rajoy no para de repetir. Por ejemplo, nos es lo mismo comprarse un pijama en Primark que en El Corte Inglés, y eso que en la Gran Vía madrileña están casi frente por frente. Pero es que la tentación de aparcar en el carril bus dirección plaza de España, es la mayor de las transgresiones para los dirigentes del PP, no lo pueden resistir. También se dejan vencer, con chapuceros argumentos en pro de la buena alimentación y las mejores costumbres, a la hora de colocarnos impuestos muy directos sobre cosas tan esenciales para nuestra vida cotidiana como la Coca-Cola. La bebida de Atlanta, y otras similares, se ha convertido en la quintaesencia de todos los males aunque en su versión light, que es la que me gusta, lleve menos azúcar que una cerveza. Pero al ministro Montoro esas cosas le importan un comino, él va a lo suyo, lo mismo le pone un impuesto a las bebidas azucaradas que simula mayor dureza con las grandes fortunas y compañías, y lo único que hace es aumentar el impuesto de sociedades a las medias y pequeñas, e impedir que éstas puedan aplazar los pagos. Se va a cargar todas las bambalinas con lo cual, en menos de un año, la tramoya se le va a caer encima de la calva. Allá él y pobres de nosotros. Ítem más: la responsable de turismo del gobierno de España, una inspectora de hacienda malagueña repercutida en canaria, es capaz de recordarnos con su discurso sobre la principal industria de nuestro país, las épocas del teleclub y del seiscientos: no tiene una sola idea sobre lo que le ha tocado gestionar pero viene con una mochila cargada de lugares comunes, tópicos y voluntarismos. Dará que hablar. Por penúltimo, los hermanos gemelos Nadal, uno ministro y otro no sé qué, y sus respectivas mujeres, una en La Moncloa y otra no sé en dónde. Todo muy importante. Me recuerdan a los personajes de una película de terror de serie b, dan mucho miedo aunque el maquillaje sea malo. También está ese impoluto ministro de fomento, que se va a tener que tragar el desastre de las autopistas radiales de Madrid que perpetraron Aznar y Álvarez Cascos sin despeinarse. Lo dicho, Rajoy en marcha desde ese sofá en el que le dibuja Peridis en "El País", ya sin puro pero con "Marca" y el tour de Francia permanente en el que vive. Continuará.

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