La Fundación FAES, presidida por Aznar, ha renunciado a recibir subvenciones públicas, por lo que ha perdido cualquier vínculo institucional y puede comportarse libérrimamente, para preocupación del PP, que ya se ha dado cuenta de que el único afán del expresidente es defender su memoria y su legado. El último y más grave encontronazo ha versado sobre Cataluña: tras reconocer Soraya Sáenz de Santamaría que la conducta del PP en relación a la reforma del Estatuto de Autonomía fue un grave error que enconó el conflicto y nos ha traído a la confrontación actual, FAES ha acusado al Gobierno de Rajoy de aceptar el discurso del nacionalismo en este delicado asunto.
Ante esta dialéctica, que presumiblemente irá a más (muchos pensamos que la etapa de Aznar fue la causante de una crisis socioeconómica tan profunda al haber impulsado la burbuja inmobiliaria mediante políticas equivocadas), hay quien se pregunta si FAES podría ser en realidad el germen de una nueva organización de extrema derecha que combatiese al PP por su flanco de estribor, algo que el centro-derecha ha conseguido evitar hasta ahora. Habrá que verlo, pero conviene dejar sentado que esta sería una dolorosa puñalada del peor presidente que ha tenido este país ya no sólo a su propio partido sino también al régimen constitucional de partidos, que ha conseguido obviar hasta ahora la formación de una fuerza política basada en el populismo reaccionario.
