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La educativa vida de Brian

Queda ya muy poco tiempo para otra Navidad. Dentro de exactamente diez días, los más rezagados estarán en los mercados haciendo las últimas compras para la cena de Nochebuena. Antes de que lleguen las navidades laicas como la leche sin lactosa o el café sin cafeína algunos aprovechamos este mes para no perder algunas buenas costumbres. Cinéfilas, en este caso. No faltan grandes clásicos como Los 10 Mandamientos, Ben Hur o incluso Espartaco. Pero los hay que somos incapaces de pasar unas fiestas sin ¡Qué bello es vivir! No serían lo mismo sin James Stewart y Donna Reed. Al fin y al cabo con los sinsabores de la vida incluidos vale la pena estar aquí. Así que son semanas intensas para los aficionados al cine. Les contaba esto porque mi sesión navideña ha empezado este año algo más gamberra: revisando La vida de Brian, de los Monty Python. Un imprescindible y desternillante retrato de nuestros peores vicios como sociedad.

Y una de sus escenas viene al pelo para explicar lo que piensan hacer o deshacer nuestros políticos con la educación. Resulta que ya hemos eliminado las reválidas, declarado la guerra a los deberes y ahora vamos a luchar contra esa molesta costumbre de ir a clase tantas horas. Todo fijándonos en los países con mayor éxito educativo. En realidad, sólo en lo que nos conviene. Porque de las exigencias en la formación del profesorado o de la implicación de toda la sociedad en la educación de unos niños que pasan menos horas en clase mejor ni hablamos. Importamos la parte de la receta que nos conviene sin tener en cuenta que al aplicarla el resultado sea menos apetecible que unas croquetas de helado.

Siguiendo con el símil, es hora de ponerse a cocinar para sacar a España de los peores puestos en los ránkings educativos. Hace años que oímos hablar de ese tan necesario pacto de estado para que las leyes que regulan la enseñanza aguanten más de dos legislaturas. Pues bien, nos hemos puesto manos a la obra. Resulta que tres de los cuatro grandes partidos se han puesto de acuerdo para crear la Subcomisión para el Pacto de Estado Social y Político por la Educación. Que suponemos al menos servirá para que sus miembros cobren las dietas correspondientes. Una Subcomisión a la que una imagina como aquellas reuniones del Frente Popular de Judea para salvar a Brian de morir crucificado. Asambleas en las que todos los asistentes están de acuerdo en que hay que pasar ya a la acción inmediata. La acción es lo que cuenta, no las palabras, porque se puede pasar uno todo el día charlando, pero al final eso no lleva a ningún sitio: es una pérdida total de tiempo. Así que se aprueba por unanimidad una nueva moción de acción inmediata.

Aún a riesgo de hacerles un 'spoiler' sobre cómo va a acabar el Pacto de Estado Social y Político por la Educación hay que reconocer que por lo menos suena bonito les voy a contar, si no lo saben ya, cómo termina Brian: crucificado. La moción de acción inmediata no se traduce en la práctica en un comité de rescate, sino en la lectura de un manifiesto a los pies de la cruz en el que le saludan con ocasión de su martirio, no sin antes reconocer que su muerte 'marcará un hito en la lucha por la liberación de la Patria de los agresores imperialistas romanos, descontando a los responsables del alcantarillado, sanidad, carreteras, escuelas, viviendas, viticultura y a todo otro romano que contribuya al bien de los judíos de ambos sexos. Y hermafroditas' ¿Les suena? Se pueden imaginar que a Brian nada de esto le consuela demasiado ante la perspectiva de morir en la cruz.

Para cuando esto de la subcomisión haya terminado, antes de acometer alguna otra de las reformas fundamentales que necesita este país, sería recomendable que políticos y ciudadanos revisaran esta joya de la gran pantalla. En ella descubrirán muchos otros defectos a evitar cosa que no hemos hecho desde que se estrenó en 1979. Hay multitudes buscando irracionalmente un líder en quien creer para seguir a pies juntillas sus indicaciones, un ex leproso que se queja del milagro que le curó porque no puede seguir viviendo de pedir limosna, lo absurdo de la corrección política llevada al extremo o el choque con la realidad del derecho a querer engendrar un hijo siendo hombre. Por no hablar de lo que une tener un enemigo común. Aunque no evita los rencores entre grupos: no confundir el Frente Popular de Judea con el Frente Judaico Popular. El buen cine siempre puede hacerles pensar. Si no aprenden nada, al menos habrán pasado un buen rato.

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