Diario de Mallorca

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Juan José Millas

Tierra de Nadie

Juan José Millás

El destrozo

En el taller de escritura una alumna cuenta la historia de un tío suyo que se casó con su viuda.

-En la familia decíamos que se había casado con su viuda -aclara- porque contrajo matrimonio con una chica a la que sacaba cuarenta años.

El caso es que, vueltas que da la vida, la chica murió antes que él, enviudando así de su propia viuda. La alumna termina su historia y nos mira con expresión interrogativa, como preguntando si nos hacemos cargo de la paradoja. Le decimos que sí, que nos hacemos cargo.

-Por eso mismo -añade- mi tío es un viudo especial, casi un doble viudo. Me gustaría escribir una novela sobre él, pero no veo el modo de abordarla.

Un alumno le sugiere que escriba primero un cuento, a ver lo que da de sí. Si la cosa funciona, podría arriesgarse con la novela. Entonces todos vuelven la mirada hacia mí, para que dé mi opinión, pero no sé qué decir. Últimamente no sé qué decir. Me sorprende que haya gente que quiera escribir, con lo duro que es y las pocas satisfacciones que da. Para romper el silencio, pregunto a la alumna si su tío aún vive y dice que sí. Se quedó viudo de su viuda a los setenta (ahora tiene setenta y cinco) y desde entonces apenas sale de casa, donde ve la tele todo el día.

-No sé -confieso finalmente-, es imposible saber si hay una historia ahí. Lo que nos has contado es una anécdota que tiene cierta gracia, la gracia de un chiste malo, pero una novela es otra cosa. Me parece que exageras sus posibilidades.

A medida que hablo noto cómo crece el odio de la alumna hacia mí. Siempre ocurre lo mismo. Te piden tu opinión, la das, y te responden con un odio infinito. Los creadores, o las personas que aspiran a serlo, son frágiles. Puedes destrozarlas con una opinión negativa o no suficientemente entusiasta. Yo mismo he sido víctima de ese destrozo en varias ocasiones. La capacidad para superarlo es lo que da una idea de la voluntad creadora. La clase termina, los alumnos recogen sus cosas hasta el viernes. Cuando llega el viernes, la alumna que nos contó la historia de su tío no aparece. Destrozo no superado.

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