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Llorenç Riera

Reivindicación y "anomalía" socialista

Miquel Iceta y Francina Armengol reclaman en Palma un modelo federal y equitativo de financiación autonómica. También un congreso cuanto antes del PSOE en el que prime la voz del militante sobre la del aparato

Desde que Pedro Sánchez saliera derrotado y abocado a la consiguiente dimisión como secretario general, el PSOE permanece enquistado en una brecha, por ahora insalvable, abierta entre la militancia, de un lado, y el aparato y las baronías mayoritarias, de otro. Por si todavía quedara alguna duda, Miquel Iceta y Francina Armengol volvieron a dejar constancia ayer de ello en Palma, aprovechando la visita del líder de los socialistas catalanes. Fue desde la afinidad y la reivindicación de quienes se saben en posición minoritaria y sienten la imperiosa necesidad de hacer oír su voz.

Fuera del ámbito estrictamente partidista, lo que más importa del encuentro de ayer es la actualización de una financiación autonómica más acorde con la realidad, proporcional y justa. A falta de un Senado federal, dijo Iceta, reclamamos un modelo federal de Hacienda. Es una reclamación pensada para las comunidades que disponen de menos recursos para atender a cuestiones tan básicas como la educación, la salud y los servicios generales. En la lista, aparte de Cataluña y Balears de Iceta y Armengol, se incluye a la Comunidad Valenciana y a Madrid, porque son las regiones financiadas por debajo de la media estatal y porque no estamos ante una cuestión política, "sino de justicia social".

Pero no es menos cierto que para poder hacerla prevalecer se necesita una dosis considerable de peso político y eso precisamente es lo que peligra para Iceta y Armengol en el seno del PSOE. Están en franca minoría, por mucho que la posición del secretario general del PSC sea, en lo estatutario y en lo formal, muy diferente y superior a la de la secretaria general del PSIB.

Miquel Iceta recorre las federaciones socialistas españolas para ganar presencia y posición tanto en Cataluña como fuera de ella. Ayer tocaba Balears. Dejó, con la complicidad de Armengol, una posición nítida y hasta de toque institucional, una especie de sentido de Estado desde la postura política firme. Ambos mantuvieron el diagnóstico de "anomalía" para un PSOE en manos de una gestora a la que no se le denota entusiasmo ni prisa por convocar un congreso federal.

Iceta y Armengol lo exigen y reivindican con prontitud. Además, ponen condiciones. Dicen que para que sea efectivo y el PSOE vuelva a ser fundamental para los retos políticos a los que se aboca España, debe ser un congreso sin controles de cúpulas y aparatos de partido. Debe estar entregado a la expresión y voluntad de los afiliados mediante "el voto libre, individual, directo y secreto". Es una lucha que permanece abierta y seguirá así hasta la convocatoria formal del congreso, porque hay muchos intereses en juego y demasiadas heridas abiertas. La situación es tan débil que ni Iceta ni Armengol se atreven a destapar sus preferencias para la secretaría general.

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