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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Huertas y el PP, muy juntos

Los argumentos de Podemos para la condenación eterna de Xelo Huertas pecaban de una notoria vacuidad. Sin embargo, la presidenta del Parlament se está encargando de solidificarlos. Aferrarse al cargo es su prerrogativa, pero sus coqueteos con voto hacia el PP encajan dificultosamente con los numerosos apoyos que cosechó el año pasado. Incluso entre los populares, pudo buscar a galanes mejor adecuados que el Antoni Camps que la corea en el diario de sesiones como "la diputada más valiente" de la cámara.

Nadie confundiría al atrapasueldos Miquel Vidal con una estrella de Hollywood, pero en la foto para la historia de Guillem Bosch recuerda a Cary Grant en Charada, con Huertas en el papel de la protagonista de la película de Stanley Donen. Entre chulapón zarzuelero y donjuán arrollador, el presidente del PP balear resucita en la imagen aquellos tiempos en que ni Podemos era capaz de resistirse al embrujo conservador. Como bien ha indicado la también expulsada Montse Seijas, el romance popular de su compañera de exilio es impropio, porque fuera del Parlament no puede hablarse de relaciones profesionales.

Acatada la supremacía de la imagen, todavía resultan más estridentes las declaraciones de Laura Camargo, al rechazar la presidencia del Parlament en manos de Podemos para entregarla al PSOE, y por qué no directamente al PP. Si tiene tanto interés en proteger la plaza volátil en la Universitat que extrañamente se le preserva pese a no ser titular de la asignatura, debe volver a ella de inmediato sin denigrar las lógicas aspiraciones de sus votantes. Salvo un error de traducción, el partido de Pablo Iglesias llegó como renovadora fuerza de choque, y se limita a actuar como prolongación del bipartidismo por otros medios. Un apéndice no es un aguijón. El flirt de Huertas con Vidal exhibe la envidiable energía autodestructiva de Podemos, tal vez desenfocada. Hubiera sido más útil de dirigir su artillería hacia un Govern que contrata a matrimonios enteros para las cúpulas de sus empresas, y que siempre encuentra un hueco laboral para los hijos de sus vicepresidentes del Parlament. En Mallorca, Podemos casa con el PSOE y el PP.

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