Diario de Mallorca

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Por más que en la España de las autonomías los nacionalismos abunden, los que nos sirven de referencia son el catalán y el vasco. Sirvieron, de la mano de Convergència i Unió y del Partido Nacionalista Vasco, para desarrollar el modelo de Estado actual gracias a la contribución que hicieron a la gobernabilidad en Madrid en ausencia de mayorías absolutas. Así que, por más que las cosas sean ahora diferentes, para encontrar alguna salida a la obvia crisis institucional por la que pasamos bueno será volver la mirada hacia atrás si queremos entender lo que nos sucede.

La síntesis de nuestra situación actual es fácil: mientras CiU se ha hundido en la carrera acelerada del sueño soberanista, el PNV arma un nuevo gobierno yendo de la mano del partido al que todos creen liquidado ya, el socialista. Y de paso el lehendakari Iñigo Urkullu hace unas declaraciones como punto de partida de su mandato reconociendo que en el mundo globalizado de hoy la independencia es imposible.

Si en CiU hubiesen mantenido un mínimo de coherencia y de sentido común, la diferencia absoluta entre el caos catalán y el tranquilo discurrir vasco no existiría. Es necesario entender que después de que Jordi Pujol quedase destapado no era fácil mantener los muebles intactos en CiU pero tampoco parece que el correr como un pollo descabezado resuelva los problemas. Así que la pregunta pertinente es la de si hay una posible vuelta atrás que permita encauzar la deriva soberanista catalana hacia ese proyecto de reforma constitucional que el PNV facilita con su mano tendida hacia el diálogo.

Pese a la alarma del Partido Popular en buena medida ritual ante el pacto PNV-Partido Socialista de Euskadi, no hay perspectiva alguna, de momento al menos, de que de esa coalición de gobierno se derive un proyecto soberanista vasco. La "independencia a fuego lento" que denunció el portavoz del PP Alfonso Alonso es un arma política contra los dos partidos que forman gobierno en Vitoria, y se basa en que los dos componentes esenciales que han llevado a la crisis catalana se encuentran presentes: el derecho a decidir y la condición nacional. A ambos se ha referido el lehendakari Urkullu dejando las cosas en un ambiguo territorio de nadie¡ el PNV y el PSE, tienen sus propios criterios acerca de lo que significa el ser una nación y el tener derecho a decidir la integración de ésta en el Estado común. Pero de lo que no cabe duda alguna es de la necesidad de alcanzar durante la actual legislatura un compromiso acerca de lo que significa ese derecho a decidir y cuál es el alcance de esa integración. Tanto por lo que hace a Euskadi como a Cataluña. El Partido Nacionalista vasco ha indicado ya cuál es el mejor camino a seguir: un nuevo modelo que sustituya al actual Estado de las Autonomías. Una nueva Constitución. Y todo eso dentro de la más estricta legalidad, de la mano del acuerdo pactado.

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