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Matías Vallés

Al Azar

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En Italia se dimite

Nada debería sorprendernos en la Italia a menudo gobernada por Berlusconi. Aquel primer ministro canzonettista era visitado entre elogios...

Nada debería sorprendernos en la Italia a menudo gobernada por Berlusconi. Aquel primer ministro canzonettista era visitado entre elogios por Zapatero y sus ministras, mientras desgranaba su repertorio de chistes. "Cuando le pido a una mujer para tener sexo conmigo, el 30 por ciento dice que sí, y el 70 por ciento dice '¿cómo?, ¿otra vez?'" En Europa, un Trump no sería novedad, pero hasta el dicharachero magnate ha reconocido que su rival Matteo Renzi ha cumplido con la palabra de dimitir si perdía el referéndum. El líder del centroizquierda, que camufló el dopaje de una minoría mayoritaria con la desaparición del Senado, ejemplifica el buen humor al asumir la derrota. "He perdido yo. Quería reducir el número de poltronas, y la poltrona que salta es la mía".

La comparación con España surge inevitable. En seis meses se repitieron las elecciones generales, con los mismos cuatro candidatos relevantes. Y de haberse convocado unos terceros comicios, el cuarteto pretendía volver a presentarse sin fisuras. De hecho, ahí siguen, salvo el degollado por sus propias huestes en una ceremonia que con otro mamífero como víctima encajaría en el maltrato animal. El beneficiario del colapso, un tal Rajoy, perdió sesenta y cincuenta diputados respecto a su recuento de 2011, pero no había forma de quitarle la palabra victoria de la boca. Ninguno de los cuatro ha reconocido todavía la derrota. Comparen con el Renzi de medianoche, "el no ha vencido de modo extraordinariamente limpio".

El primer ministro solo cometió un error en su despedida, al sentenciar que "en Italia no pierde nunca nadie" en un claro lapsus geográfico, pues está claro que se refería a otro país. En Italia se dimite de inmediato, un fenómeno paranormal en España que también frecuenta el Reino Unido de Cameron, en tanto que la Francia de Hollande ha inventado la dimisión preventiva. En cambio, el cuarteto español luce músculo con galanura, tocados sus integrantes por un providencialismo provinciano. No está claro que Europa necesite ganadores como el Movimiento Cinco Estrellas, pero no le vendría mal una cosecha de perdedores con el estilo de Renzi.

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