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Juan Tapia

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Joan Tapia

Vetar, vetar y vetar, o pactar, esa es la cuestión

El acuerdo PSOE-Gobierno sobre el salario mínimo, primer consenso de la legislatura

En las dos últimas semanas, con el voto a favor del PSOE, Podemos, PNV, independentistas y a veces C´s, el Congreso ha instado la derogación de leyes estrellas del PP. Y el Gobierno ha vetado hasta trece resoluciones parlamentarias alegando que suponen un incremento no previsto del gasto público.

Una guerra que da triunfos -aunque provisionales- a la oposición que ha logrado mayorías contra la ley Wert y contra la llamada "ley mordaza". La primera con el voto de C´s, la segunda con su abstención. Y la semana próxima podría pasar lo mismo con la reforma laboral, pese a que Mario Draghi, presidente del BCE, ha dicho en Madrid que Europa está saliendo de la crisis y España sale más rápido porque ha hecho más reformas estructurales, entre ellas la laboral.

La oposición ha aprobado también un aumento para 2017 del 1,2% de las pensiones que el Gobierno ya ha vetado pero el veto necesitará el apoyo de C´s en la mesa del Congreso.

¿Pueden ser las votaciones ganadas por la oposición y los vetos continuos del Gobierno la tónica dominante de la legislatura? Rajoy, en privado, admite que al no tener mayoría deberá ceder en cosas no esenciales. En materia económica y presupuestaria cree que el margen es estrecho pero que sobre todo si la economía crece (José Luis Escrivá, el gurú de la Autoridad de Responsabilidad Fiscal, dice que el PIB subirá en el cuarto trimestre y el primero del 2017 un 0,9%, dos décimas más que en el tercero de este año), algo podrá y deberá pactar con el PSOE -decisivo para la mayoría parlamentaria- y con los sindicatos.

Y ante Europa necesita con urgencia aprobar el techo de gasto y los presupuestos. Por su parte al PSOE no le conviene paralizar el techo de gasto e ir contra los intereses de los presidentes autonómicos socialistas y Montoro sabe buscar el acuerdo subiendo el déficit autonómico permitido en el 2017. Hay quien dice que Montoro se atribuye ante Rajoy -y contra Guindos- el mérito del giro del PSOE a la abstención. Él lo habría instado, a través de las autonomías socialistas, al hacerlas ver que su gasto social subiría si se corregía al alza el objetivo de déficit autonómico en el 2017. Lo cierto es que Montoro, que lleva como secretario de Estado con Rato o como ministro más de 12 años al frente de Hacienda, sabe más "por viejo que por diablo".

Pero no basta con pactar el techo de gasto con las comunidades autónomas en el Consejo de Política Fiscal. Luego el Parlamento lo debe aprobar junto con el objetivo de déficit de todas las administraciones, incluido el Estado y la Seguridad Social. Bruselas exige bajar del 4,6% del PIB en el 2016 al 3,1% en el 2017 y aquí el voto del PSOE vuelve a ser imprescindible, tanto para estar en regla con la UE como para tener alguna esperanza de que los socialistas no veten los presupuestos del 2017. Si el PSOE al final no entra, siempre quedará el recurso al PNV y la socialista Idoia Mendía puede ser de utilidad.

Por su parte el PSOE necesita hacer oposición -lo exigen sus militantes, electores, competencia con Podemos y crisis interna- pero tampoco puede irse al monte contra la política de la UE y del BCE. Y tampoco le viene mal apuntarse algún tanto social.

Al parecer Rajoy -con Montoro de apuntador- ha concluido que no convenía vetar siempre todo lo que votara la mayoría de izquierdas e independentista. En lo fundamental -el techo de gasto que es condición sine qua non para los presupuestos- había que pactar con el PSOE. El techo de gasto -que es una señal y una buena nota ante Juncker y Draghi que han estado en Madrid- bien vale la misa de una subida del salario mínimo del 8% que permitirá a la gestora del PSOE sacar pecho. Es la primera satisfacción que ha tenido el sufrido portavoz socialista, Antonio Hernando, desde el asesinato de Pedro Sánchez.

Y es la primera vez en esta legislatura que Gobierno y PSOE han sabido transformar la necesidad de pactar en la virtud del consenso entre enemigos. A seguir.

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