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Llorenç Riera

Matutes convierte la sospecha en perjuicio

Las comisiones parlamentarias de investigación, bien usadas, pueden ser un instrumento eficaz para esclarecer actuaciones de gestores públicos y de ciudadanos en su relación con las instituciones. Sin embargo, muchas veces no es así. Las comparecencias acaban en la mayoría de los casos en negación de lo interpelado o asentadas en el término medio de la ambigüedad. Eso, cuando no se intenta revertir la situación y reciclar la duda inicial en perjuicio para el compareciente.

Ayer volvió a pasar con Abel Matutes. Al empresario turístico ibicenco no le faltan tablas ni veteranía en sede parlamentaria. Lo ha sido casi todo en las instituciones, desde alcalde de Eivissa a comisario europeo, pasando por ministro de Asuntos Exteriores de Aznar. Retirado de la política desde el año 2000, pesa sobre él la sospecha de haberse beneficiado de la construcción de autopistas en la pitiusa mayor, con influencias sobre su hija Stella que en el momento de los hechos era consellera insular de Vías y Obras, o mantener negocios con uno de los ejecutores de la obra, Matías Arrom.

Matutes lo niega todo. Es más, se instala en la posición de perjudicado con la solvencia de quien está curtido en mil batallas políticas. Admite que quería construir un campo de golf, para el que no llegó a obtener licencia, pero niega que con los 800.000 metros cúbicos de tierra depositados en una finca suya persiguiera tal finalidad. Los aceptó con la benevolencia de evitar el constante trasiego de camiones cargados. Según su versión, la tierra ha acabado siendo nociva y también, licencias aparte, incompatible con un campo de golf. El Govern debe pagar 100.000 euros al año como responsable subsidiario del daño ocasionado. Así lo ha resuelto el Tribunal Supremo.

En cuanto a la alta indemnización percibida por la valoración de los terrenos expropiados, Matutes la achaca a un error del Catastro. Dice que él ha sido el primero en devolver el dinero del sobrecoste. Apeado de intereses o influencias personales, Matutes es sin embargo un fiel defensor del "desdoblamiento" entre Eivissa y Sant Antoni. Afirma que con ello se evitan 30 muertos al año y atascos de hasta tres horas. En ese sentido, alaba la gestión de Mabel Cabrer como consellera de Obras Públicas. Jaume Matas, en cambio, queda relegado a una relación "superficial". Tal cómo están las cosas, no es vínculo en condiciones de ser exhibido.

Abel Matutes porta traje político inmaculado. Responde que nunca ha usado la fundación que lleva su nombre para transferir fondos al PP o a la fundación afín Antonio Maura. Quien ha ocupado cargos de toda índole resalta ahora los sinsabores y los inconvenientes de la política. Desaconsejó a su hija Stella que aceptará la conselleria insular que acabó ocupando porque la necesitaba en los negocios familiares. Matutes sigue marcando un sello muy personal.

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