Diario de Mallorca

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Juan José Millas

Tierra de Nadie

Juan José Millás

Interés periodístico

Enciendo la radio y pillo una entrevista en la que preguntan a alguien si, dada la situación de la hucha, cobraremos las pensiones. He ahí un postema. La palabra del año debería ser esta, postema. Los temas se han muerto por agotamiento y ahora estamos en el postema. Lo de las pensiones es un postema de referencia. Hay postemas de vida larga y postemas de vida corta. El de la muerte de Fidel es de vida corta. Intensa pero corta. No hay más que ver el estado en el que ha dejado Cuba para advertir que con su cremación se creman muchas cosas, según algunos el mismísimo siglo XX. Hay crematorios que huelen a churrasco y crematorios que huelen a poshistoria. Con la muerte de Castro llega la poshistoria a la famosa isla del Caribe. Parece lógico que dirija el proceso un poshermano. Suerte, Raúl. Pero íbamos a lo de las pensiones, o a lo de las pospensiones. ¿Llagaremos a cobrarlas? Los medios de comunicación no saben el favor que le hacen al Gobierno y al sistema ultracapitalista en general cada vez que plantean el asunto. Viene a ser como pochar la cebolla a fuego lento, para caramelizarla cuando esté en su punto. El mero hecho de plantear la duda constituye un modo de prepararnos para que nos hagamos a la idea de que no. De que no habrá dinero para todos. Prepárense, nos vienen a decir. En la misma pregunta (¿habrá dinero para las pensiones?), está contenida la respuesta (no). Cuando la respuesta anticipada es no, comienza a actuar la resignación. Somos una sociedad resignada, o prerresignada. Estamos, como la cebolla pochada, a punto de caramelo. Tres minutos más a fuego lento, y listos.

-Esta gente ya ha aceptado que las pensiones públicas son cosa de otra época -comunica el ministro del ramo a la presidencia.

-Pues actuemos en consecuencia -responde la autoridad.

Un aviso, queridos amigos periodistas: cada vez que sacáis el tema o el postema de las pensiones, estáis dando alas al neoliberalismo rampante. Así es como se cocinan las grandes decisiones políticas y económicas: a fuego lento. Entendemos a los que prenden la hoguera, porque lo suyo es incendiar las esperanzas. Pero no seamos idiotas o posidiotas. No les entremos al trapo. La realidad está llena de otros asuntos de interés periodístico.

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