Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Amores descompuestos

De esos en trance de extinción y que en algunos medios son noticia diaria cuando los implicados son famosos, va el tema de hoy, apoyado en Baudelaire para dar con un título que explique en dos palabras lo que suele subyacer en la separación.

Los enamorados prolegómenos hasta que la pareja decide to tie the knot (atar el nudo, dicen los ingleses) e intentar construir una vida en común, suelen discurrir cargados de unas emociones inmunes a cuanto no sea imaginar un relato de felicidad, y los proyectos se subordinarán al embeleso con independencia del resultado. Sin embargo, nada en este mundo nuestro permanece inmutable, máxime en tratándose de relaciones humanas que se podrán enriquecer, cambiar en algo distinto a lo que se soñaba o, en ocasiones, terminarán por convertirse en su reverso pese a la voluntad de los implicados. Y es que ser, hasta que la muerte nos separe, un remedo de Abelardo y Eloísa, por citar una pareja de libro, no está al alcance de cualquiera.

Conforme se prolongue la convivencia bajo un mismo techo, podrá ocurrir que quien se creía capaz de controlar al milímetro los eventuales desvíos advierta con estupor que se le van de las manos; de aspirar a una comunión, quizá compruebe lo vano del empeño y la distancia que existe entre lo proyectado, que no cristalizó, hasta la práctica diaria mudada en esclerosis. Claro que el amor es también incertidumbre, pero cuando las dubitaciones reciben respuestas inadecuadas o el "Ama y haz lo que quieras" de San Agustín ampara traiciones y egoísmos que no se contemplaban en el guión, cobra actualidad el desengaño que ejemplifica la frase de Rilke, dirigida a su amante: "El amor vive en la palabra y muere en las acciones". No siempre, por supuesto, ¡y menos mal!, pero algo de ello subyace en ese desencanto que se apodera de uno o ambos y terminará, por sintonizar con el título de la columna, en separación.

Y, por concretar, ¿qué motivos, por citar algunos? ¡Ay, mísero de mí?! Porque los hay a millares, con el añadido de que no siempre proceden en inicio de los directamente concernidos. Así, he conocido un caso en que la suegra fue causa inicial de la discordia. En otro, se trató de una amante que hasta entonces se sospechaba y toleraba en la distancia; sucedió en una habitación del hospital donde apareció, frente a la esposa legítima, para ver de hacerse con la herencia del hombre en situación terminal, y prueben a imaginar la escena así como los balbuceos del enfermo ante el abogado que la querida había llevado consigo. En otras ocasiones, la anunciada ruptura podrá posponerse una y otra vez, tal como relata Tanizaki en su libro Hay quien prefiere las ortigas; en ese caso, por no causar problemas al hijo adolescente ni disgustar al padre de ella? Aunque existan motivos para dar y vender si aceptamos que cualquiera es pequeño para su ayuda de cámara (para el/la consorte, no fueran a deducir que asigno tal función, en clave metafórica, a un sexo en exclusiva) y el conocerse en los entresijos pueda dar al traste con lo que un día pareció el no va más.

En 'Algún amor que no mate', la historia que escribiera Dulce Chacón, el progresivo desamor llevará a ella al suicidio, aunque afortunadamente no suela ser el previsible final para el desvanecimiento de cuanto se esperaba, sustituido por el hastío, los lastres de la cotidianidad y su monotonía, anhelos pospuestos por condicionantes que inducen a primar la estabilidad ¿por qué el amor es, si se prueba, tan áspero y tirano?, se dice en Romeo y Julieta, o tal vez el despecho. Son todas causas que, solas o entrelazadas, pueden determinar ese fin, imprevisto cuando todo comenzó y que sin duda tendrá repercusiones que trascenderán a los propios actores. En su caso, dudas e incluso compasión por el otro, autorecriminaciones por no haber podido, por no haber sabido? y una soledad que ya asomaba junto al inicial distanciamiento. "A veces es menos duro despertar y sentirse sola cuando estás sola, que despertarse y sentirse sola cuando estás con alguien", reflexionaba Liv Ullman en una de sus obras y, en el tránsito hacia el fin del vínculo, también se pondrán en solfa las iniciales expectativas del círculo familiar próximo, con tomas de postura no siempre equilibradas porque se subordinan a los sentimientos.

¿Qué hacer, pues, abocados a una situación que la mayoría de ustedes conoce, siquiera en su entorno? Sólo se me ocurre lo que damos por sentado y, asumida la sentencia de incompatibilidad, el esfuerzo debiera orientarse en dirección al respeto mutuo. Después, y ultimada la decisión, sea ésta uni o bilateral, las reivindicaciones pueden continuar y cualquier deriva, por causa de ellos o de terceros en la discordia, será posible. Pero eso es ya otra historia, con el lenitivo que el poeta Pedro Garfias dispuso para su propio epitafio: "La soledad que uno busca, no se llama soledad". Por lo menos, no es equiparable a ese despertar a que antes aludía, solo/a en compañía y, en tal coyuntura, de nuevo la cita: "De lo inevitable, mejor no hacer cuestión".

Compartir el artículo

stats