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Antonio Tarabini

Unos momentos confusos, pero apasionantes (y II)

Resulta evidente que, tanto en el sondeo de octubre (CIS) como en el de noviembre (Metroscopia), los partidos de la oposición obtienen unos resultados que no son los deseados y esto se refleja en su valoración negativa. EL PSOE cae en octubre hasta su peor resultado histórico en el CIS: un 17%, casi seis puntos menos que en las elecciones del 26J, y en noviembre queda anclado en un 17,9%. Podemos y sus confluencias se encaraman en octubre hasta el 21,8%, dos puntos más que en julio y siete décimas más que en el 26-J, y en noviembre, según Metroscopia, obtendrían un 23,1%.

El PSOE sigue hundido en sus propias miserias, regido por una Comisión Gestora que no consigue "coser" las profundas heridas que afectan a militantes, simpatizantes y votantes, y con un Grupo Parlamentario que no encuentra su papel como oposición. El partido ha perdido la credibilidad y confianza, atributos que son fáciles de perder y muy difíciles de recuperar; hoy por hoy, no tiene un discurso político propio y autónomo, y mucho menos goza de un liderazgo político y social con autoritas (léase autoridad moral). Por si fuera poco y de momento, su Congreso, ad kalendas griegas.

Por otra parte, los resultados del CIS parece que no pueden ser mejores para Unidos Podemos, pero si se bucea en los datos, el partido liderado por Pablo Iglesias no tiene tantas razones para celebrarlos. Sobrepasan ampliamente al PSOE, pero apenas consiguen rascar votos de entre los desencantados socialistas; sólo suben unas décimas tanto en intención directa de voto como en estimación, a pesar de que el PSOE pierde votantes a chorro. La mayor parte de los socialistas desencantados no se pasan a Podemos, si no que se instalan en la abstención. La razón la explica el CIS e incluso el pequeño trabajo de campo que cualquiera en su propio entorno hace meses puede detectar: Podemos genera un fuerte rechazo en una parte importante de la sociedad. No sólo entre los votantes conservadores, Cebrián o el Ibex, que es de esperar, también entre una gran parte del voto de centro izquierda, imprescindible si Podemos quiere realmente ganar. El tono duro de este último año ha servido para unir a la militancia y empujar a los más convencidos, pero ha convertido a Podemos en el partido que más rechazo provoca en España, incluso por delante del PP. Entre todas las fuerzas políticas, triunfa en un ranking muy particular: un 51,8% de los españoles "con toda seguridad, no votaría nunca" a Podemos, un partido que no siempre provocó este rechazo. En enero 2016 el porcentaje de españoles que "con toda seguridad" no les votaría nunca era del 46,4%, en abril había subido al 50% y, si miramos dos años atrás, era de solo el 41,7%.

En pocas fechas asistiremos a la prueba del algodón tanto para el gobierno como para la oposición: el techo de gasto y el consiguiente Presupuesto 2017. De momento, Rajoy no lo tiene fácil. El voto de Ciudadanos está prácticamente garantizado, con tal de que tales presupuestos incluyan algunos aspectos de las "150 medidas" pactadas. El plácet de los socialistas, de momento, no. El Presidente Rajoy les recuerda que "tan malo es no tener un Gobierno como tener un Gobierno al que no se deje gobernar". No me cabe duda de que, junto con C's, los populares le pedirán (¡le exigirán!) a los socialistas responsabilidad (¿otra vez?) para garantizar la gobernabilidad. Y, para más INRI, les amenazarán con "convocar elecciones anticipadas si no puede sacar adelante sus presupuestos" ¿Cuál será la actitud de los sociatas? Incluso Susana Díaz ha afirmado que el PSOE no votará a favor de los Presupuestos del PP, pero tampoco ha dicho que votarán en contra. Siempre les queda la opción de abstenerse por razones "patrióticas". Los socialistas lo tienen crudo: tocados como están, ¿querrán, sabrán y podrán mantener su "no" a unos hipotéticos presupuestos que consoliden las clásicas políticas de los populares? ¿Serán capaces de presentar unos presupuestos alternativos? Hoy por hoy veo imposible, tanto por parte del PSOE como de Podemos, que presenten unos presupuestos alternativos conjuntos.

Pero, además, el voto del PSOE no es imprescindible para el Gobierno, al menos en el primer trámite del Presupuesto, el del voto a la totalidad. Si el PP pacta con Ciudadanos, PNV y CC tendría 175 votos contra las enmiendas de devolución. El artículo 88 del Reglamento prevé que en caso de empate se repita tres veces la votación y si persiste se rechazan las enmiendas de totalidad, es decir, se tramitan las cuentas. De hecho, Soraya Sáenz de Santamaría, la vicepresidenta, ya está explorando las "actitudes" del PNV, ofreciéndoles a cambio de sus votos inversiones relevantes en el País Vasco así como un tratamiento más abierto y favorable del "Cupo". Tampoco cierran, por si acaso, la puerta a los soberanistas catalanes. En caso de que los Presupuestos propuestos por Rajoy superan el voto en contra de la totalidad, Podemos y PSOE (y viceversa) ¿sabrán (y querrán) elaborar, presentar y defender enmiendas parciales conjuntas al Presupuesto?

En las próximas semanas, veremos qué nos dice el algodón. Ni tan siquiera el futuro próximo está escrito, a pesar de las urgencias.

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