Durante la última semana se ha armado un guirigay mediático y una contenida algarabía política con motivo de la venta de un piso que Ramón Espinar había comprado en Alcobendas, (Madrid). Ramón Espinar ocupa un cargo político importante, es senador y portavoz de Podemos en el Senado y también diputado regional, portavoz de la comisión anticorrupción en el Parlamento de la Comunidad de Madrid, o sea pluriempleo. Al parecer es muy conocido por su contundencia verbal contra el establishment, contra "la casta política", contra la especulación inmobiliaria y, contra todo. Ha manifestado, hasta el hartazgo, su posición sobre la industria del ladrillo: "hay que acabar con la inversión- pelotazo pues la vivienda es un derecho, no un negocio". La denuncia de la especulación está muy bien pero ahora le han pillado a él, como se dice en Madrid, "con el carrito del helado".
Resulta, según dice la SER y otros medios de comunicación, que este joven político debe de ser un lince para los negocios. Al parecer compró el piso de protección oficial a una cooperativa sindical por importe de 146.224 euros, sin pasar por un sorteo público y sin tan siquiera estar empadronado en Alcobendas, y al cabo de unos meses lo vendió por 176.000 euros. Espinar dice reconocer que ganó 19.000 euros; otros dicen que fueron 30.000. También explica que cuando lo compró tenía unos ingresos inferiores a 500 euros mensuales y que para hacer el primer pago tuvieron que acudir en su ayuda la madre, su abuela, y su padre. ¿Apoyo de su padre?, ¡ojo al dato! Su progenitor, Ramón Espinar Gallego, era vicepresidente de Caja Madrid, entidad que dio un trato especial a la cooperativa promotora del piso. Este señor padre está actualmente imputado en el proceso de las tarjetas black al haber haber usado de una de ellas y haber gastado a través de este instrumento, 178.399 euros.
Manifiesta, Espinar hijo, que vendió el piso, que nunca lo ocupó, que no podía pagar la hipoteca. Si fuera así habría que preguntarse, ¿por qué le concedieron el préstamo? Y si fue así como él dice , si no podía pagar, ¿por qué en lugar de vender la propiedad no renunció a ella en favor de alguna familia que la necesitase? Sus explicaciones y rodeos sobre el tema son más propias de un político perifrástico que de un joven batidor ultra progresista, ha hecho circunloquios y ha divagado para no aclarar el intríngulis en cuestión. Es memorable su último análisis, "en la operación (compraventa del piso) no hay beneficio. Lo que hay es una diferencia entre el precio de compra y el precio de venta". Después de esta lección de contabilidad, construcción de una cuenta de resultados y de razonamiento keynesiano ya puede optar a ser ministrable en áreas de economía de un futuro gobierno.
Han salido en su defensa su correligionario político Errejón diciendo: "Espinar ha dado todas las explicaciones de inmediato, de forma ejemplar y convincente", ¡vaya si las ha dado!, lo de convincente lo dejaremos estar. También le ha expresado un apoyo explicito su jefe de filas, Pablo Iglesias, declarando que: "Espinar hizo lo que cualquiera, es un comportamiento ético, las explicaciones de Espinar han reforzado Podemos", y tanto, pues competía con Rita Maestre para la dirección del partido en Madrid y la ha derrotado largamente, lo que no está tan claro es que cualquiera pueda hacer estos negocios. Este comportamiento "ético" recuerda también el proceder "ético", según Iglesias, de Echenique quien tuvo un empleado durante dos años sin darle de alta en la Seguridad Social. Al parecer por estos andurriales tienen cierta confusión sobre el concepto de ética.
Nadie ha dicho que la operación "del pisito" de Espinar haya sido ilegal pero si poco ética, no se puede predicar una forma de comportamiento y entrar en contradicción con lo que se hace. Estos señores decían que se iban a cargar "la casta" pero más bien parece que se están incorporando a ella, la están engrosando. Procederes como este son, cuando menos, deplorables.
