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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Mallorca no da para ministros

El abundante titular "Mallorca se queda sin ministro" tiene el mismo sentido que "Mallorca se queda sin osos panda", o "Mallorca se queda sin el yeti". Difícilmente puedes perder lo que ni tienes ni debieras albergar una esperanza racional de poseer. Los pactos de Rajoy con Coalición Canaria garantizaban el insulto de un responsable turístico que no fuera mallorquín, lo cual constituye una blasfemia económica. Son los todopoderosos PP y Junta Hotelera quienes deben explicar por qué se han engañado y han engañado a la población. Si el patrioterismo es hojalatero incluso a la hora de la victoria, adquiere tintes churriguerescos cuando se apoya únicamente en las expectativas.

Mallorca no da para ministros. Carece de representantes políticos a la altura de Fátima Báñez y sus diez mil vírgenes. Ni José Ramón Bauzá ni Inma Benito han gozado de la mínima opción, repase el elenco del PP en Cort o el Parlament. Los falsos candidatos se han visto reducidos a la escala provinciana, tolerada por las poderosísimas organizaciones a las que sirven. Es cobarde proponer ministros desde la certeza de que no serán elegidos. El coraje consistiría en la denuncia de la mediocridad de los nombrados por Rajoy, en la oposición activa a quien los digitó y en la movilización social contra el papel de comparsa que juega la isla, una simple máquina recaudadora. Sin embargo, ni populares ni hoteleros rechistarán ante el agravio que acaban de sufrir. El senador Miquel Ramis es el único líder conservador que ha señalado alto y claro por qué no hay ministros mallorquines.

El poder no se demuestra hacia dentro, se luce hacia el exterior. Cualquiera puede fabricar un president de Balears, y la prueba se halla en los presidents de Balears. En cambio, se necesita astucia y capacidad de presión para indicarle a Madrid dónde reside el músculo turístico. O si no. La derecha mallorquina no ha aprendido nada de Juan March ni de Donald Trump. Podría facilitar la tarea a Rajoy, proponiendo a candidatos más solventes que los jaleados como miembros inevitables de un Gobierno de retales. De lo contrario, Matas acabará siendo el último ministro de Mallorca. El ministro que nos merecemos.

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