Hace ya unos treinta años (¡como pasa el tiempo!; tempus fugit) estuve con mi esposa en Australia, donde pudimos comprobar la importancia que se daba al turismo. En nuestro país fue Fraga Iribarne quien destacó esa importancia, cuando estaba al frente del ministerio de Información y Turismo, dando lugar a la creación de más de 3.000 hoteles, que han sido la base de la industria turística. Hoy podemos asegurar que visitan nuestro país unos setenta millones de turistas, de los cuales vienen a Balears unos catorce millones. Por tanto, podemos afirmar, sin lugar a dudas, que el turismo es la primera industria de la nación. No comprendo a aquellos mallorquines que han procedido a pintar en las fachadas de sus calles una protesta contra los turistas, pidiendo que se vayan a sus casas. No tienen en cuenta que tanto ellos como el resto de los mallorquines vivimos del turismo, por lo que debe ser cuidado y no despreciado.

Es cierto que amparando el turismo se ha creado la figura del arbitraje del consumo, en el que los árbitros son nombrados por la Administración, con una resolución en un plazo de seis meses. Las empresas conciertan en sus contratos el sometimiento al arbitraje, lo que es un aliciente más para llevar a cabo la contratación, existiendo un registro de empresas adheridas al arbitraje. De esta forma cuando se plantea una reclamación, ésta se regula por el real decreto 231/2008 de 15 de febrero, sin necesidad de acudir a un abogado que plantee la cuestión judicial con su coste y el tiempo que se tarda hasta obtener la resolución. El arbitraje de consumo está regulado en Balears desde 1994 y además es gratuito, pero es lo real que ya en la posición política en que se ha aprendido a hacer las cuentas que son propias de niños de enseñanza primaria, llama la atención que ningún partido político haya hecho referencia a la industria turística, aunque sí se ha hecho a la necesidad de disminuir el número de desempleados. Sin la industria turística al nivel que está, los desempleados sumarían varios millones más.

Falta un ministerio de Información y Turismo que cuide exclusivamente de la industria turística. Está justificado por el número de visitantes que cada año acuden a nuestro país, lo que le ha convertido en uno de los primeros del mundo en visitas.

Desde aquí reclamo dicho ministerio, aunque sé que nuestros políticos, dada su escasa inteligencia, no harán caso de mis palabras. Es preciso de un pacto de Estado para la realización de esta necesidad que he expuesto en este artículo de opinión.

* Exdecano del Colegio de Abogados de Balears (ICAIB)