Diario de Mallorca

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José Carlos Llop

On the road

1)Sostengo como Pereira que los dos cambios de hora anuales son una maléfica estratagema para acabar con nuestras vidas antes de tiempo. ¿El móvil del crimen? No piensen en el ahorro energético. De lo que se trata es de ahorrar en Seguridad Social y pensiones, como se ahorra con los fumadores, a los que se va dejando en los últimos puestos a la hora de trasplantar un órgano o someter a caros tratamientos. De lo que se trata es de eliminar a los más débiles, un darwinismo maquiavélico destinado a drenar la sociedad, como la drenan los accidentes de tráfico. O simplemente, de restar alegría, por si la alegría es cara. Te atizo un cambio en octubre y otro en abril y te dejo turulato dos veces al año. Vas sumando años y no quedará de ti nada. Los trastornos que producen estos dos cambios de hora son muchos y variados: digestivos, del sueño, cardíacos y de equilibrio interior. Y si usted cree que eso va con otros, no se preocupe: el tiempo le demostrará lo contrario, si no se lo ha demostrado ya y usted tan afectado está no acepta lo que le está pasando. Y cuando el organismo se ha acostumbrado al cambio, ha gastado tal cantidad de energía inútilmente, que mejor habría sido destinarla a otras cuestiones psíquicas o físicas.

Que en la Europa neblinosa sea necesario cambiar las manecillas del reloj, como si las quieren cambiar cuatro veces al año, una por estación. Pero aquí convendría que nos tomáramos más en serio nuestros biorritmos. Boicot al cambio de hora, ya. Pero no por el negocio. Convertirlo todo en cifras económicas no es más que una vía más de abocarnos al desastre inhumano. Crear riqueza está muy bien, pero excusarlo y basarlo todo en función de un apaño, no. La salud, que es lo importante. Y otra cosa: ¿con qué hora nos quedamos? Porque si es con la que proponía el Parlament, aquellos que tengan trabajos en la Península o en el extranjero irán siempre con retraso. Al revés que en Canarias. Es decir, que sumaríamos estrés y deberíamos salir de casa con una hora de adelanto. No sé si, como mallorquines, nos va a gustar mucho ir con la lengua fuera.

2) Una de las constataciones de esta época algo que la democracia subraya es cómo los cargos públicos vienen a veces grandes a quienes los ostentan. Como lo es también que cuando en un partido político se desata la tormenta, las Arpías y las Erinias se apoderan de sus cuadros y sacan lo peor que hay en ellos. Hay que acudir a la mitología para entender ciertas cosas, pero no es necesario acudir a ella para comprobar que al secretario general de los socialistas, el cargo ya no digamos una hipotética presidencia de gobierno le venía grande. Basta con repasar su trayectoria y la lógica ilumina el desenlace.

En el PSOE ahora la lucha es mitológica pero sin mito, ni proyección mítica. Hay sordidez como la hay en algunos pasajes de Shakespeare. Y es en Shakespeare y en la Biblia y en la mitología griega donde hemos aprendido que muere el soberbio pero la mano que lo ha decapitado también acaba cayendo. Lo dicen los libros más sabios. Mientras tanto el caído ha decidido coger el coche. Va a coger el coche, dice. Se imagina Kerouac on the road, y no ve que hasta El Fari "apatrullando la ciudad" le viene grande. Y de palmeros, los del PP, tan preocupados, dicen ellos, por el socialismo español y dando consejos donde nadie se los ha pedido.

y 3) Esta semana ha muerto Rodolfo Hinostroza. En Lima, su ciudad. Tenía 75 años. Era poeta. De hecho fue uno de los poetas jóvenes allá por los 70 más importantes en mi vida de entonces. Quiero decir que su huella permanece y como tal aparece en las dos novelas que, de manera muy distinta, recogen la juventud que me tocó vivir: El mensajero de Argel y Reyes de Alejandría. Y esa importancia de la que hablo estuvo causada por un solo libro suyo: Contra Natura, publicado por Carlos Barral en la colección de poesía de Enlace. La edición es estupenda: lo compré el 2 de agosto de 1974 tenía dieciocho años, lo he leído decenas de veces, ha hecho conmigo diversas mudanzas y continúa impecable. Casi como el primer día. El libro obtuvo el Premio Maldoror otorgado por un jurado Octavio Paz, Azúa, Barral, Castellet y Gil de Biedma que ya querríamos ahora y siempre.

En 'Contra Natura' Hinostroza introdujo al Pound de Los cantos, la astrología, la guerra del Vietnam y el hippismo en la poesía hispánica. De una tacada, sin que estuvieran ahí antes (Pound al menos, no de esta forma) y sólo es comparable, poniéndome muy puntilloso, al Francesc Parcerisas de Latitud dels cavalls y Dues suites, que vinieron después de Contra Natura. Otro día escribiré sobre eso; hoy sólo despido al poeta. Rodolfo Hinostroza, cómo no, también estuvo en Mallorca. Vivió unas semanas de verano en Deià y se encaprichó de una amiga mía muy guapa y atractiva, pero no logró nada (hasta donde yo sé). Hacía cartas astrales él, no mi amiga y años más tarde se dedicaría también a la gastronomía, donde defendía con entusiasmo de gourmand la fusión de la cocina española y la americana. En esta última época conseguí algunos libros más; ninguno tenía la fuerza de aquel Contra Natura que desde hace cuarenta y dos años está sobre la mesa donde escribo. Pero un solo libro como el suyo honra una vida y mejora la de los demás no sabremos nunca hasta dónde.

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