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Antonio Papell

La hora de la mujer

Determinadas lacras, como la homofobia o la violencia de género, no tienen tratamientos drásticos, no pueden arrancarse del cuerpo social como quien extirpa un tumor y han de someterse a lentos y trabajosos procesos de concienciación y aculturación. Pero la postergación de la mujer, que es sin duda la disfunción más grave de nuestro entorno porque afecta a la mitad de la población, ya no requiere reconversiones culturales la igualdad de géneros está interiorizada plenamente sino tan solo voluntad política.

Viene este preámbulo a cuento del estudio que ha publicado la semana pasada la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) en que analiza la situación de la mujer en el mercado laboral, en que los investigadores firmantes llegan a la conclusión de que "a pesar de que se han producido avances muy importantes en las últimas dos décadas, sin embargo la situación sigue siendo muy preocupante". El documento se titula "Brechas de género en el mercado laboral español", y está firmado por José Ignacio Conde-Ruiz y por Ignacio Marra.

La paradoja es clamorosa. Por una parte, en los últimos treinta años la mujer ha adquirido una formación sensiblemente mejor que el hombre, fenómeno que se advierte con claridad en las generaciones de menos de cincuenta años; en le ámbito de los estudios universitarios, la brecha es tanto mayor cuanto más joven es la muestra. En conjunto, cerca del 43% de las mujeres situadas en el mercado laboral posee estudios universitarios por el 36% de los hombres.

Por otra parte, y a pesar de este superior nivel educativo de las mujeres, ellas tienen más dificultades para encontrar trabajo y el desempleo es en promedio de seis puntos porcentuales superior (diferencia algo amortiguada por la crisis). Además, tienen más empleos temporales y parciales no deseados sobre todo entre chicas de 15 a 24 años y cobran salarios inferiores (en torno a un 20% por debajo de los varones). La brecha salarial real actual estaría en torno al 24%, la más alta de los últimos seis años. El promedio del sueldo anual de una mujer española en 2014 llegó al 76,7% del salario masculino, un retroceso de 0,8 puntos porcentuales con respecto a 2010, según los datos definitivos de la encuesta de estructura salarial publicada el pasado 28 de octubre por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

El estudio de Fedea analiza también algunas causas de semejante desequilibrio. La distribución de tareas domésticas por género es "sumamente desigual", ya que las mujeres dedican diariamente 2,5 horas más a tareas domésticas incluyendo el cuidado infantil, lo que supone 1,4 horas menos dedicadas al trabajo remunerado y una hora menos al ocio o al tiempo libre. Tras analizar estos datos, el informe indica que "cuanto más desigual es la distribución de las tareas domésticas dentro del hogar, mayor es la brecha de género en la participación laboral". La maternidad es otro factor importante que perjudica la participación de la mujer en el mercado laboral; en las familias heterosexuales con hijos, el hombre sigue trabajando la jornada completa, mientras la mujer no trabaja o decide adoptar una jornada a tiempo parcial.

Esta situación es manifiestamente insostenible, y obliga a intensificar los cambios de hábitos que acentúen la equidad así como las medidas de conciliación que mitiguen el efecto de la maternidad. Pero sobre todo deben pautarse normas que fuercen la equidad, aunque sea manteniendo ciertos ingredientes de discriminación positiva. Como en el caso de la integración racial, los hechos estadísticos obligan a concienciar a los actores económicos y sociales mediante medidas constrictivas que vayan eliminando la discriminación. No es ética ni políticamente tolerable que a igualdad de trabajo la mujer perciba menor salario. Ni que a igualdad de competencia, el varón alcance más fácilmente los cargos de responsabilidad.

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