Diario de Mallorca

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Abstención: privación de algo, renunciar, contenerse, inhibirse; sus antónimos podría ser participación, aportación. El vocablo procede del latín, del verbo "abstinere". Se trata de un término constrictivo, lleno de consonantes que obliga, para su pronunciación al cierre del tracto verbal, no tiene sonido por si mismo, todo lo contrario de las palabras monoptongas, con mayoría de vocales, que se caracterizan por las ausencia de obstáculos para ser articuladas. Abstención es el compromiso que ha tomado el comité federal del Partido Socialista ante la sesión de investidura del presidente de Gobierno, en una decisión sin precedentes en la vida parlamentaria española. Que un partido tan importante como el PSOE, con responsabilidad, haya tomado esta decisión de facilitar el gobierno a su principal adversario político, significa haber optado por una posición difícil, con un coste "inicial" elevado, pero consecuente con su tradición españolista, institucional y democrática.

Después de un año sin gobierno, en parálisis institucional y ante un posible ridículo internacional si el país hubiese ido a unas terceras elecciones, ha llegado a España "el 18 de Brumario", como dice Enric Juliana en La Vanguardia, es el momento de poner orden, como hizo Napoleón Bonaparte el 9 de noviembre de 1799 ante el desconcierto del Directorio. Ciento treinta y nueve miembros del comité federal, frente a noventa y seis han optado por el trago difícil de abstenerse para que gobierne Rajoy y desbloquear la situación. Esto hay que reconocerlo, valorarlo y celebrarlo. A partir de aquí se presenta una gran oportunidad para el Parlamento y para el Gobierno que salga de la investidura. La vida parlamentaria será diferente, mucho más activa, más real, más en sintonía con la ciudadanía, más atractiva. Se ha terminado el "rodillo", el trágala y empezará la negociación, la cesión, el entendimiento y el acuerdo en el que la mayoría de fuerzas políticas habrán tenido la oportunidad de aportar su posición ante cualquier proyecto de ley.

Ante el fin del sistema de alternancia de los grandes partidos, del "turnismo", se presenta una gran ocasión para resolver temas importantes que deberán ser solucionados en esta legislatura: la reforma constitucional y la consiguiente vertebración territorial; solución a la desigual e injusta distribución de la carga fiscal de las comunidades; ley general de educación, que deberá ser consensuada con los principales partidos y, evitar la conflictividad actual y, que quede a salvo de los cambios de gobierno, durante algunos años; financiación del sistema de pensiones y su sostenibilidad y, con carácter inmediato, el presupuesto del año 2017 en el que se restrinja el gasto, se reduzca el déficit y se eviten sanciones de la Unión. En todo ello deberá colaborar el Partido Socialista por la misma razón por la que ahora permite que haya gobierno, por el sentido de Estado que le ha acreditado en múltiples ocasiones en la reciente historia democrática. Recordemos la entrada en la Unión Europea, en la OTAN, la consolidación de la monarquía, la política antiterrorista, etc.

El PSOE tendrá la oportunidad de realizar una oposición firme pero constructiva y el Partido Popular debería dar oxigeno y tiempo a esta formación para que se recomponga y mantenga la posición de primer partido de la oposición, con su discurso socialdemócrata. No olvidemos que Podemos, con las diversas soflamas de Iglesias y Errejón, pero en el fondo con una sola jaculatoria, aunque bífida, está al acecho para cazar, beneficiándose de y en la tormenta socialista. Harán como los ofidios que siempre están emplazados para comer y digerir incluso cantidades superiores a su propio tamaño y si esto no fuese suficiente, como han dicho, agitaran la plaza pública para trasladar la política desde el hemiciclo parlamentario hasta la calle. Esta opción, a un país que hace esfuerzos para salir de una profunda crisis, es lo que menos le conviene.

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