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Rajoy en el paraíso

Ala vista de su tercer discurso de investidura es lo único que he visto a la hora de escribir este artículo Mariano Rajoy se ha instalado en una suerte de estado de satisfacción complaciente que demuestra hasta qué punto ha salido ganador de lo que ha pasado en este país en el último año. Me hacen gracia los que dicen que esta va a ser una legislatura corta, que Rajoy y su equipo no podrán aguantar la presión de gobernar negociándolo todo: no conocen al registrador de la propiedad de Santa Pola, no se acuerdan de cómo salió indemne del congreso del PP de 2008 en Valencia, cuando ya estaban hasta preparados los carteles para aclamar a su sucesora al frente del partido. Este hombre tiene un plan trazado y en ese plan no figura las palabras derrota, dimisión ni, mucho menos, salida por la puerta de atrás. Tampoco quiere las dos orejas y el rabo, ni salir por la puerta grande, esa es una de las esencias de su capacidad de victoria, pocos ruidos, pocas estridencias pero eficacia de tanque y sin contemplaciones con el enemigo, sea quién sea en cada momento el enemigo. En el deterioro del PSOE, el PP y Rajoy han tenido mucho que ver, más de lo que la gente se cree, más que el Ibex 35, Felipe González y Pepe Blanco juntos, más que la falta de cintura de Pedro Sánchez, coherente pero inconexo. Y esa omnipotencia de Rajoy no es fruto de grandes cualidades, es consecuencia de las enormes mediocridades que inundan el panorama político de este país.

Estamos soportando una generación de políticos de distintas edades y condición, cuya característica común es que son memos, de la derecha a la izquierda, y, además, no usan champú anticaspa. En ese mundo, Mariano Rajoy es el menos memo, por eso se mantiene aunque en un estado contrario al brazo incorrupto de Santa Teresa pero con un efecto salvífico similar. Rajoy está en el paraíso después de cuatro años de mayoría absoluta y uno de presidente en funciones sin hacer nada, tiene bemoles la cosa, salvo ver fútbol, las olimpiadas, el Tour de Francia y la Vuelta a España. Mientras, sus adversarios políticos bramando contra él inútilmente, en especial el chico de la coleta que tiene la exclusiva responsabilidad de que Rajoy siga en la Moncloa al no haber apoyado al PSOE en la primera investidura. Rajoy en el paraíso colándonos sus políticas dobladas y todos riéndole las gracias. Rajoy en el paraíso y dos huevos duros.

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