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Llorenç Riera

La educación es una reválida pendiente

Pa ser presidente del Gobierno es necesario tener y mantener asignaturas pendientes. Así de precaria se ha quedado la política española. Exhibe más carencias y menor operatividad que logros efectivos. En su nuevo y ahora definitivo debate de investidura, a Mariano Rajoy no le ha quedado más remedio que aparcar la LOMCE y dejar sin efecto momentáneo las reválidas de ESO y Bachillerato. No lo hace por convicción. Su comportamiento obedece a la necesidad de recabar el mayor número posible de apoyos y de apaciguar aulas y claustros de profesores.

Pero no espanta la incertidumbre ni la provisionalidad en ellos. Lo corroboran las reacciones de la comunidad docente al ser consulta por este periódico sobre la decisión de dejar sin efecto las reválidas. En general, con la única excepción de la asociación de profesores PLIS, desde el conseller a otros órganos corporativos y sindicatos, se considera la medida claramente insuficiente, se reivindica la anulación definitiva de las reválida en la forma establecida ahora y vuelve la eterna reivindicación de una ley distinta a la LOMCE y un gran pacto nacional por la Educación.

El Rajoy que lo ha impedido hasta ahora, lo ofrece en este momento porque la coyuntura le fuerza a adoptar una posición de diálogo y consenso. En la oportunidad política del momento no queda sin embargo acreditada la convicción necesaria suficiente para impulsar un modo definitivo y asumible por todos para tratar la Educación en España. Otra vez, el tiempo dirá.

De momento, las reválidas que el miércoles sacaron a los estudiantes a la calle y que el pasado 5 de este mes ya fueron rechazadas por el Congreso quedan aparcadas y sin efecto académico en ESO y Bachillerato. Para acceder a la Universidad seguirá siendo necesaria una prueba equivalente a la anterior Selectividad. No hay alegría con los cambios, o más bien parones, anunciados por Rajoy en la tribuna de la Cámara baja. En el mejor de los supuestos, se aprecia alguna dosis de moderado escepticismo. El conseller March aspira a una ley "con espíritu de perdurabilidad" y los profesores, cuando menos, vienen a reclamar una hoja de ruta fiable. CC OO advierte de todos modos que el pacto que ahora se traza como objetivo Rajoy deberá pasar por la supresión de recortes económicos y la derogación definitiva de la LOMCE.

En sentido práctico, el nuevo Gobierno se estrenará sin cambios de posiciones efectivas en materia docente. La predisposición al diálogo, tan necesaria como dudosa visto el camino recorrido, deberá acreditarse con hechos concretos y resultados palpables. De momento, las cosas se mantienen en suspenso como resultado del suspenso colectivo que se han ganado las fuezas políticas. En realidad, no se sabe si siguen estudiando con aplicación. Ni siquiera ponen fecha de examen.

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