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Antonio Tarabini

Los socialistas, ¿Y ahora qué?

El comité federal del PSOE ha concluido. No ha habido sorpresa, los partidarios de abstenerse y facilitar la investidura de Rajoy han obtenido 139 votos de los miembros del comité, frente a los 96 votos que han obtenido los que mantienen su "no" a un nuevo gobierno del PP aunque sea en minoría. Pero vencer no siempre supone convencer. Visto lo visto y lo oído, no parece que las argumentaciones de los vencedores puedan convencer a la minoría perdedora del comité, y mucho menos a sectores significativos de la militancia, de sus simpatizantes y votantes. Frente al más de lo mismo prepotente de Susana Díaz y de las confusas y difusas de Javier Fernández, presidente de la gestora, no resultará fácil deshacer los entuertos creados.

Los motivos expuestos por cada opción han sido relativamente claros. La mayoría ha preferido un gobierno en minoría presidido por Rajoy como mal menor, ante unas nuevas elecciones que califican a priori como catastróficas para los socialistas. No es viable una alternativa al gobierno del PP con Podemos y apoyos de talante nacionalista, es peligroso adoptar tácticas de prácticas populistas... Según la minoría el remedio puede ser peor que la enfermedad. Tal abstención no es técnica si no política, no hay motivos que justifiquen que este mismo cómite diga ahora digo donde antes dije Diego. No se perciben motivos de cambio de actitud más allá del pavor a la posibilidad de pactar con Podemos (¡vade retro Satanás!). Puede resultar relevante prestar atención a quienes provoca mayor beneficio y satisfacción (cui prodest), la abstención socialista. Además de determinados poderes fácticos y mediáticos, a los personajes más agresivos contra los socialistas (Rafael Hernando portavoz parlamentario del PP, Mª Dolores Cospedal secretaria general del PP, González Pons eurodiputado del PP...) y el buen sabor de boca que experimenta Podemos, especialmente la corriente que lidera Pablo Iglesias, ante el vacío que puede dejar el PSOE.

A corto plazo no resultará fácil que los diputados socialistas voten en bloque a favor de la abstención, propuesta por Andalucía y otros próceres, como muestra de la coherencia y la unidad del grupo parlamentario. Es muy posible que, además de los parlamentarios del PSC, se produzcan otros "noes". La solución no es fácil. El nuevo aparato oficial defensor de la abstención no parece gozar una autoritas (autoridad moral) suficiente para que todos y cada uno de los parlamentarios opten convencidos por la abstención. Nunca suele resultar positivo tener que acudir a sus Estatutos para dar carpetazo a un conflicto, que en el caso del PSOE obliga el voto de cada parlamentario en favor de la decisión mayoritaria, con amenaza incluso de expulsión. El asunto es clave: tal como ha reflexionado, entre otros, Pere Joan Pons diputado socialista elegido en nuestra comunidad, ¿cómo justificar un voto a favor de la abstención cuando los militantes y simpatizantes de su comunidad (en nuestro caso Balears) se han manifestado en contra de favorecer la continuidad de las políticas practicada por el gobierno de Rajoy? Y para más inri la cerrazón política de parte de sus barones para comprender la actitud del PSC desde una perspectiva estratégica de la realidad política de Catalunya. Una vez ratificada la investidura de Rajoy y nombrado su gobierno arrancará en breves fechas la legislatura, los socialistas deberán definir y visualizar su oposición compartida con otros partidos. No será fácil. Es muy probable que el PP "presione" a los socialistas para facilitar "su" gobernabilidad. La primera prueba del algodón puede ser el presupuesto y la reducción del déficit.

A medio plazo, a los socialistas les restan asignaturas pendientes, múltiples y no fáciles de abordar y gestionar, para recuperar la credibilidad y confianza de los suyos y de los ajenos. Entre otras, recuperar la vitalidad y cohesión interna del partido. A la gestora le queda la ardua tarea de promover y organizar el urgente congreso federal del PSOE, donde debería reformularse su discurso político coherente y autónomo para dar respuestas a los nuevos, graves y complejos, retos del siglo XXI, y recuperar la credibilidad y confianza. A su vez deberá elegirse, mediante primarias, la nueva ejecutiva y a su secretario general que tenga capacidad de liderazgo interno y externo.

El PSOE, si no afronta sus nuevas realidades y retos, corre el riesgo de caminar hacia una pérdida progresiva de relevancia política, siguiendo la senda del PASOK griego.

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