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Ramón Aguiló

Escrito sin red

Ramón Aguiló

En la UCI

Que el sistema político está en coma y en la UCI es una realidad para casi todo el mundo excepto para sus directos beneficiarios. El catedrático de Derecho Constitucional Javier Pérez Royo afirmaba hace unos días que la crisis del sistema no podía resolverse porque, al igual que en 1931, todo el ordenamiento legal de la Transición imposibilita una transición ordenada hacia un nuevo sistema político. Decía que al hundirse la monarquía, tras el pacto de san Sebastián, el gobierno provisional pudo hacerse cargo de la cesura legal y de la conducción hacia un nuevo paradigma político; y que ahora no hay nada parecido que pueda asumir ese papel. Ahora, el camino hacia un nuevo sistema político está bloqueado por la partitocracia, que no está dispuesta a renunciar al monopolio del poder que le confiere el actual diseño constitucional y la ley electoral.

La sensación de fin de régimen es insoslayable; una agonía a la que no se divisa término. El 20% de la población activa está en paro; la mayor desigualdad económica y social en décadas; la corrupción galopante, que ha infectado por igual al PSOE y al PP, a IU y Convergència; el secesionismo de los nacionalistas catalanes; el hecho incontrovertible de un año entero sin gobierno efectivo. El espectáculo nos lo sirve diariamente la televisión: los juicios por las tarjetas black, por la trama Gürtel, por los ERE de la junta de Andalucía. El boicot a Cebrián y González en la Autónoma de Madrid, jaleado con gritos de "¡asesino!", que tiene una autoría intelectual: Pablo Iglesias, de vuelta a la agitación de masas. Entre nosotros, las nuevas detenciones de políticos del PP y de funcionarios del ayuntamiento de Palma por el escándalo del amaño de la adjudicación de la ORA. Dos concejales de la época de Mateo Isern, Irene San Gil y Gabriel Vallejo, más nueve funcionarios de las áreas de Contractació, Mobilitat, Intervenció y una asesora jurídica de Urbanismo. Según el juez Penalva y el fiscal Subirán, el expediente, que se aprobó en 2013, esconde el pago de comisiones ilegales. Al parecer, figuran como sospechosos personajes harto conocidos como Álvaro Gijón y el inevitable José María Rodríguez, que serán llamados a declarar. Sobre las espaldas de Isern ya no figura sólo la corrupción de la policía municipal. Ahora deberá cargar también con otro escándalo que amenaza con oscurecer definitivamente su gestión como alcalde.

El desgarro interno del PSOE sigue marcando la actualidad ante el comité federal del próximo domingo. El presidente de la gestora, Javier Fernández, ha dicho públicamente que el edificio del partido está muy dañado, pero que aún les queda el solar. Dentro de la gravedad de la división interna, parece que la fiebre ha bajado algunas décimas al proclamar muchos de los partidarios del "no es no" su disposición de acatar la disciplina de partido y abstenerse en la investidura de Rajoy si ésta es, finalmente, la decisión del comité federal. Así lo han dicho Idoia López, del País Vasco y el propio César Luena, entre otros; que el PSOE es un partido democrático y hay que aceptar la decisión de la mayoría. Quedan algunos irreductibles, como Margarita Robles, Iceta y el PSC, y, supongo, Francesc Antich y Pere Joan Pons. Puede que el PSC pueda sobrevivir al "no" dada su condición de partido distinto, aunque federado, al PSOE. Pero quien lo tiene más complicado es Francina Armengol puesto que el PSIB, por mucho que vaya de la mano del PSC desde los ochenta, no tiene la condición de este último. Y está por ver qué tipo de consecuencias puede tener en el futuro, no para Antich, Pons (que ha jurado y perjurado que votaría no) y Hernanz, sino para Armengol y el aparato del PSIB una ruptura de la disciplina de voto. Si se confirmara la apuesta de Susana Díaz y el PSOE de Andalucía por la toma del poder interno, el aparato del PSIB dejaría, como mínimo, de disfrutar de la complicidad tradicional de mentores en Madrid tales como Rubalcaba, Císcar, Zapatero, todos ellos partidarios de la abstención. Pan para hoy€

La otra sensación, esta personal, es la de desconcierto ante la normalidad con la que los medios de comunicación transmiten las voces de la actualidad política. Parece como si la ansiedad con la que se viven los acontecimientos no permitiera detenerse en los detalles que permiten auscultar la profundidad de nuestros males. O pensar que estos detalles son sólo incoherencias de un agonizante. Que Iceta pueda declarar que Sánchez se ha convertido, no en "un símbolo", sino en "el símbolo" del PSOE, me parece signo evidente de desquiciamiento. Que pueda merecer este delirante ditirambo un personaje que ha demostrado su inconsistencia política, cuya doblez se constata al contemplar esa mueca que imita una sonrisa Profidén, sólo se explica por su complicidad con el PSC y Armengol para un gobierno alternativo con Podemos, con el apoyo nacionalista. Que Francisco Correa, bien trajeado y con voz seductora, pueda decir en el juicio de la trama Gúrtel, acompañando sus declaraciones sobre cómo pagaba las comisiones a Bárcenas, o cómo entraba directamente en la sede de Génova con una tarjeta similar a la de los dirigentes del PP, que él se siente, que siempre se ha sentido, un hombre "de izquierdas", es como para ponerse a reflexionar sobre el asunto. Que Fernández Villa, líder del Soma UGT y miembro de la ejecutiva federal del PSOE resultara un corrupto, también. O los socialistas y miembros de UGT que se enriquecieron con los ERE y los cursos de formación. O IU EN Bankia. ¿Se puede ser de izquierdas y corrupto? Pues sí. Exactamente igual a como ser de derechas y corrupto. El hombre público se presenta bajo una determinada apariencia ideológica. En muchísimos casos es sólo simulación. Iris Murdoch escribió que el hombre es una criatura que se imagina a sí mismo y acaba pareciéndose a esa imagen. Es decir, llegar a ser lo que no se es (lo contrario del siau qui sou). Y aunque hay ejemplos extraordinarios en la literatura de esta característica humana, como es el caso de don Quijote, no creo que sea una idea extrapolable al conjunto de la humanidad. Todo el mundo aspira a tener el reconocimiento de sus semejantes. Para ello, efectivamente, tienen que imaginarse con los valores por los cuales aspiran a ser reconocidos: la honradez, la valentía, la bondad, la nobleza, la verdad€ Pero para ello se requiere primar el cultivo de estos valores por encima de otras inclinaciones, como la riqueza y el poder. En palabras de Balzac, "no hay ningún gran talento sin una gran fuerza de voluntad. Mientras que el talento se desarrolla mediante el cultivo de un don, la fuerza de voluntad es una victoria que hay que alcanzar una y otra vez, constantemente, frente a los instintos, frente a las inclinaciones que deben disciplinarse y reprimirse, y frente a caprichos y todo género de obstáculos y dificultades que deben superarse heroicamente".

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