Estamos en una semana crucial para el futuro del país. A las puertas de la ronda de consultas del Rey, la gestora socialista no ha convocado una consulta a la militancia. Como secretaria general de los Socialistas de Mallorca defiendo que todavía hay margen para organizar una consulta a la militancia. Las federaciones tenemos capacidad para organizar una consulta exprés. De hecho, ya lo hicimos para someter al escrutinio de la militancia el pacto con Ciudadanos, ¿cómo no hacerlo en estos momentos cuando se está planteando la posibilidad de un giro copernicano del papel que ha de jugar el PSOE en el futuro de la gobernabilidad del país?

Los socialistas hicimos campaña electoral ilusionados porque representamos el cambio. Nuestro proyecto representa la alternativa a las políticas austericidas, a los recortes en derechos sociales, educativos, sanitarios de las políticas del PP. Los compromisos de campaña son compromisos inquebrantables, son un pacto social con la ciudadanía, que depositó en menor medida de lo que hubiéramos deseado, eso es indiscutible la papeleta socialista para echar a Mariano Rajoy y al Partido Popular del gobierno. Repetimos una y mil veces que votando PSOE no permitiríamos ni por activa ni por pasiva el gobierno de la derecha. ¿Acaso no vale nada la palabra dada para determinados dirigentes?

El colmo del cinismo y la demagogia es enmascarar como abstención técnica lo que tiene un fuerte componente ideológico. Del mismo modo que todo el mundo comprendió que Mariano Rajoy no apoyara la investidura de Pedro Sánchez, a nadie le debería sorprender lo contrario. El PP demostró pactando la Mesa del Congreso que la vía de las derechas es posible. La tragedia es que determinados dirigentes del partido han preferido la implosión de la organización a intentar un gobierno a la portuguesa o a la balear. Quienes han normalizado las ideas de gran coalición europeas después nos preguntamos por qué la socialdemocracia está en crisis se arrogan el sentido común de la "responsabilidad con España". Resulta que lo responsable para el país es apoyar al partido que en una sola legislatura ha devastado la ley de la dependencia, recortado en las políticas de igualdad, los derechos laborales, herido de muerte la negociación colectiva, ha subido el IVA mientras ha amnistiado a los delincuentes fiscales o que ha dejado temblando la hucha de las pensiones. Discrepo profundamente de esta concepción de la responsabilidad. Permitir con nuestra abstención el gobierno del partido más corrupto de la historia de este país es más que una temeridad, es una canallada.

Tampoco quiero lecciones de responsabilidad de quienes pudieron garantizar un presidente del gobierno socialista y prefirieron sacar la calculadora electoral antes que posibilitar una hoja de ruta para emprender las reformas modernizadoras, democráticas y de rescate ciudadano necesarias. La historia, sin lugar a dudas, juzgará tal irresponsabilidad.

Estos días estoy asistiendo a muchas asambleas locales. Lo que veo me emociona profundamente. Es la dignidad de la militancia, su compromiso, su rebeldía, que se resiste a las dosis de resignación que nos quieren prescribir. Militancia no dispuesta a retroceder en las conquistas democráticas de los últimos tiempos y que asiste perpleja a la situación actual. Si pudo decidir sobre el pacto con Ciudadanos, un partido tan diferente al socialista y que generó como es natural suspicacias ¿cómo no va a poder manifestarse ante algo tan infumable como una abstención a Mariano Rajoy que lo erija presidente del gobierno?

Estos días escucho pontificar sobre la abstención. Hay quienes no se han enterado todavía que después del fatídico mayo del 2010 y la asunción de determinados postulados neoliberals que cristalizar o con la reforma del artículo 135 de la Constitución traicionamos a nuestra militancia y a votantes socialistas. No se han enterado de que en este país hubo un 15M y nos tiró fuertemente de las orejas. Que ha surgido otro partido político dispuesto a ocupar el espacio que vamos dejando libre y aún así, afirman desde su torre de marfil que lo responsable es abstenernos. Pedro Sánchez fue muy consciente de esta deriva e intentó enmendar los errores del pasado y es precisamente ese pasado el que ha vuelto a la carga. Yo no quiero que mi partido se "podemice", pero tampoco que se "PPrice". Somos el Partido Socialista Obrero Español. Ahora bien, reivindico un PSOE moderno, respetuoso con la diversidad, socialdemócrata, que piense no una idea romántica de España, si no que piense en sus gentes, los ciudadanos, las trabajadoras, las clases medias que se han empobrecido, en las personas más vulnerables, en las personas en riesgo de exclusión, las que viven en la pobreza. Dejemos los esencialismos para las clases de metafísica e impulsemos un Estado del bienestar donde las personas vivan con dignidad.

Si vamos a unas terceras elecciones el electorado tendrá la última palabra y nos colocará donde merezcamos. No prejuzguemos nada y mucho menos el poder de un hombre y una mujer con su voto. Si la ciudadanía decide que hemos de estar en la oposición, tocará reconstruir proyecto y hacer los deberes para convertirnos en opción de gobierno, ahora bien, será más fácil hacerlo si mantenemos la coherencia de no apoyar a Rajoy manteniendo los principios. Lo que no nos perdonarán los votantes de izquierdas y progresistas es que claudiquemos y defraudemos la palabra dada.

Estos días es recurrente escuchar el orgullo que sentimos por la postura de nuestra secretaria general y presidenta Francina Armengol. Una postura fuertemente legitimada desde las bases y órganos del PSIB. Desde la valentía, los valores de izquierda y la coherencia defiende la postura de la dignidad: "No es no".

* Secretaria general del PSIB-PSOE Mallorca