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Antonio Tarabini

Ir por lana y salir trasquilado

Es muy probable que esta misma semana se celebre el comité federal del PSOE, formado por casi 300 militantes de toda casta y condición, que deberán debatir y votar la propuesta no se sabe muy bien de quién (la gestora, según uno de sus miembros, no propone sino que en su caso pone en marcha los mecanismos?) referida al sentido del voto en la investidura de Rajoy como presidente. El debate se centrará sobre la conveniencia de que los socialistas se abstengan en segunda ronda y posibiliten la reelección de don Mariano.

¿Cómo explicar que el comité federal, en el caso de que se aprobara tal abstención, "diga digo donde dijo Diego"? No olvidemos que la postura del comité en los nueve meses de interinidad del gobierno de Rajoy fue no posibilitar, ni por activa ni por pasiva, la investidura del candidato popular. Tal posicionamiento fue visto con preocupación, inquietud y cabreo por parte de determinados poderes fácticos y también por determinados medios de comunicación. Sus intereses optaban (y siguen haciéndolo) por un gran pacto nacional PP-PSOE, tal como proponía (y sigue proponiendo) Rajoy. Ahora, visto lo visto, se conforman con la abstención como mínimo de once diputados socialistas. Pero, ¿cómo explicar el cambio radical de algún medio de comunicación relevante y, sobre todo, de significados barones (incluida la baronesa andaluza) del PSOE, así como de próceres y gurús "históricos" del ámbito socialista?

Una explicación oficiosa se basa en que sería absolutamente irresponsable que los socialistas, con su negativa, posibilitaran unas terceras elecciones no deseadas por casi nadie (al menos de boquilla). Según algunos barones y baroncillos, la abstención socialista no tendría un carácter "ideológico" sino puramente "táctico", léase evitar unos todavía peores resultados en unas nuevas elecciones. Pero no son pocos los analistas, miembros de los entornos socialistas, militantes, simpatizantes, votantes? que sin negar tal riesgo consideran que puede ser peor el remedio que la enfermedad. Lo expone con claridad Patxi López, socialista significado y exlehendakari, al volver a defender el "no" a la investidura de Mariano Rajoy y a considerar que para los socialistas es "mejor pasar un mal rato en unas nuevas elecciones que avalar al líder del PP y a un gobierno de la derecha, y mucho menos blanquear un partido cuyos principales dirigentes desfilan por los banquillos acusados de corrupción". El PSOE no puede amnistiar esa corrupción, ni a un partido que no ha asumido ninguna responsabilidad por ella y que con sus políticas ha generado tanto sufrimiento. Es verdad que hay quien piensa que unas terceras elecciones serían lo peor para el PSOE porque seríamos, de alguna manera, el chivo expiatorio, lo que no deja de ser absolutamente injusto (¡como si fuéramos los únicos responsables de esta situación), pero avalar al PP podría ser una losa demasiado pesada.

Somos más de uno los que pensamos que sí hay un problema con tintes ideológicos. No en vano la batalla se centró en la persona de Pedro Sánchez, secretario general y candidato del PSOE. Los llamados por entonces "críticos", ahora resulta difíciles cualificarles, consideraban que en la línea política propuesta por Sánchez latía un izquierdismo y un populismo barato. así como una ingenuidad respeto a Podemos. No negaban, ni niegan, los valores defendidos por él: la igualdad real de oportunidades frente a las desigualdades vigentes, la defensa clara y decidida de los derechos individuales y cívicos?, pero deben aplicarse con prudencia. Siguen anclados en el finiquitado bipartidismo, rechazando (¡va de retro!) cualquier posible pacto con Podemos. En pura lógica, sólo les queda la abstención "técnica". Basta leer unas recientes declaraciones de Joan Mesquida, exsecretario de Estado con ZP, donde apostaba "por una abstención bien negociada con los populares para sacar provecho político" que posibilite la investidura de Rajoy. También afirmaba (sic) que los que se han posicionado a favor de Sánchez "ganan los congresos pero pierden las elecciones".

La dirección, con sus errores, liderada por Sánchez defendía, y otros muchos defienden, una estructura democrática de poder y de decisión fruto de una participación viva y real así como la elección directa de los militantes mediante primarias. Durante estos días han sido varios los columnistas, incluido alguno de este diario, que califica a tal participación de los militantes como una muestra de infantilismo e izquierdismo. Parte significativa de los entonces críticos (ahora no sé cómo se autodefinen) optan por el voto delegado en los Congresos y ponen en valor los pretendidos carismas y las doctas opiniones de eruditos próceres que suelen formar parte de ilustres nomenclaturas socialistas que desconocen los chips de nuestra sociedad actual compleja y cambiante.

Pero, ¿cuál será la opción del comité federal? Es probable, no seguro, que ganen los proabstencionistas, aunque sea por escaso margen. Pero visto lo visto, y oído lo oído,¿ cuántos diputados socialistas mantendrán su negativa a abstenerse? ¿Cuál será la reacción de los militantes, de los simpatizantes?

Y mientras el PSOE puede quedarse al albur de un Congreso anunciado ad kalendas grecas, recorriendo la senda del PASOK griego.

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