Durante la recepción del 12 de octubre en el Palacio Real de Madrid, la presidenta del Govern protagonizó un hecho que no ha pasado desapercibido y que, sin duda alguna, tendrá repercusiones. Francina Armengol aprovechó el encuentro con el presidente de la gestora del PSOE, Javier Fernández, para hacerle saber que la marca balear del partido, el PSIB, del que ella es secretaria general, sigue rechazando con firmeza cualquier posición que facilite la investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno.

Armengol dejó claro que ni siquiera una decisión del comité federal de los socialistas decantándose por la abstención, le haría cambiar de opinión y sigue defendiendo que, en todo caso, sea la militancia del partido quien adopte la decisión última en relación a la renovación del Gobierno del PP.

De este modo, el PSIB en Balears y el PSC en Cataluña son las dos únicas familias socialistas que se mantienen al margen de la posición de un convulso partido que, a nivel estatal y tras la forzada dimisión de Pedro Sánchez, parece prestarse a escenificar maniobras que propicien el refrendo a Rajoy y eviten unas terceras elecciones generales. El respaldo recibido por la presidenta al regresar de Madrid hace pensar que su negativa a la abstención se mantendrá hasta las últimas consecuencias. De hecho, las significativas agrupaciones de Palma, Calvià y Marratxí ya han exigido que los dos diputados de Balears se mantengan firmes en el no a Rajoy. La escena protagonizada por Armengol en el Palacio de Oriente ante un Javier Fernández que reaccionó con un lacónico y distante “es su opinión”, ha sido descrita por ella misma, pero quizás no explicada de forma suficiente a la vista del alcance y repercusiones que sin duda tendrá.

¿A qué obedece un desmarque tan acentuado de Armengol, en un momento crucial, cuando ella misma siempre se había caracterizado por su afinidad con las líneas oficiales del PSOE? En principio, hay una expresión de coherencia ideológica en el desplante pero, aunque no se quiera reconocer, también un desmesurado esfuerzo por salvar a toda costa el Pacto de Govern en Balears. Aquí, los socialistas comparten gobierno con Més en base al imprescindible apoyo exterior de Podemos, para conformar una mayoría suficiente. Por mucho que Pablo Iglesias haya explicado que Alberto Jarabo le ha traslado la buena sintonía existente en Balears entre Podemos y el PSOE y que la situación de aquí nada tiene que ver con la de Castilla-La Mancha, donde podemitas y socialistas han roto, es evidente que con un respaldo del PSIB a Rajoy, aunque fuera pasivo, todo sería, cuando menos, mucho más difícil por lo que respecta a la estabilidad del Govern.

También está claro que un Gobierno del PP en Madrid no facilitaría las cosas para Balears porque, por desgracia, a la hora de la verdad prima mucho más el interés o la afinidad política que el sentido institucional de trato.

De consumarse ahora la disposición socialista de refrendar a Rajoy, la siempre injusta y mal financiada Comunidad balear se arriesga a padecer los efectos de una doble marginación, la que ya sufre por la falta de atención y respuesta de Madrid y la de la nula colaboración socialista para hacer prosperar las reivindicaciones y necesidades reales de las islas. El PSOE dejará de ver al PSIB como un aliado fiel. Será un díscolo que no merece ser tenido en cuenta.