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Llorenç Riera

Injerencia balear en el callejón del psoe

Entregada al encontronazo con el PP a cuenta del cese del director de la Abogacía y a la defensa, poco sólida, de Pilar Costa, a la presidenta Armengol le quedó ayer poca tribuna para aportar hilo con el que coser las roturas, más bien desgarros, de su partido. De todos modos, la también líder del PSIB, a preguntas de Ciudadanos, tuvo margen suficiente para seguir defendiendo la posibilidad de un gobierno socialista en Madrid. En minoría y con acuerdos puntuales, dijo. No son esos los aires que se respiran en la sede del PSOE en la capital.

Pero en Balears cuentan mucho más las repercusiones que la delicada situación que se atraviesa pueda tener sobre el Govern. Ayer, la principal novedad, en forma de sacudida, la aportó Fina Santiago, uno de los principales referentes del Ejecutivo autonómico al que no quería pertenecer . Santiago no tuvo reparo en admitir que su coalición, Més, se había precipitado al irrumpir en la crisis socialista con un desafortunado envite a la disidencia de los miembros del PSIB que han fracasado en su apoyo a Pedro Sánchez. Después, como tantas otras veces, cuando ya se ha lanzado la piedra, los econacionalistas pretendieron quitar hierro al asunto diciendo que habían sido comentarios informales. Falta de formalidad y del don de la oportunidad en todo caso, incrementada por un desocupado Podemos que empieza a abrir la lista negra de diputados socialistas candidatos a abstenerse ante una investidura de Rajoy.

Admitamos, entre una cosa y otra, que el Pacto no tiene avaladas las etiquetas de modélico y sólido con las que se promociona y que sus constantes zurcidos deterioran los principios originales. Será, ahora, que se incrementa el nerviosismo sobre cuánto pueda pasar en Madrid y que al PSIB le caen encima sus tesis derrotadas. Francesc Antich, el vocal balear en la gestora socialista de urgencia, reconoce que la "sensibilidad" que representa está en franca minoría. Es el mismo motivo por el cual los diputados partidarios de PSOE permanecieron callados ayer en el encuentro que mantuvo el grupo parlamentario con el presidente de la gestora. No en vano, Javier Fernández había lanzado poco antes un claro mensaje. Dijo que hay un cosa peor que un gobierno en minoría de Rajoy, el mal mayor está un gobierno en mayoría del mismo presidente. Es el pánico, justificado a todas luces, ante una debacle electoral por desméritos propios de los socialistas.

Por este mismo temor los miembros del grupo parlamentario socialista se mostraron contrarios a unas terceras elecciones en las que muchos de ellos no podrían repetir escaño. Se va abriendo camino la abstención socialista en el Congreso. No es la salvación, es la búsqueda de la estabilidad dentro de la gravedad que aquí muta en una dinámica que comienza a inquietar y revolver al Govern con afán de exagerado aprovechamiento político entre los socios. Es lo que ha hecho que la gran crisis socialista tenga el efecto secundario, evitable, de una pequeña crisis en Més.

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