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El crepúsculo de la Princesa

El crepúsculo de los dioses o Sunset Boulevard, su título original en inglés es una deliciosa película de cine negro dirigida por el gran Billy Wilder. En ella, una extraordinaria Gloria Swanson da vida a Norma Desmond, una antigua estrella del cine mudo que cae en el olvido con la llegada de los films sonoros y vive refugiada en una mansión que es la viva imagen de la decadencia. Totalmente alejada de la realidad, pretende volver a la gran pantalla gracias a un guión que ha escrito y que da a corregir a un escritor de segunda fila que acude a ella acorralado por sus deudas. Sólo uno de los directores inmortales en la historia del cine como es Wilder puede hacer magistralmente un retrato humano del ocaso. De alguien que fue importante, alabada y querida por el público, y que ahora es sólo una sombra de lo que un día fue.

Recordaba a Norma Desmond en el mismo momento en que veía llorar a Maria Antonia Munar ante el tribunal y el jurado popular que la ha juzgado estos días por haber exigido y cobrado un soborno de cuatro millones de euros cuatro millones, que se dice pronto, pero la mayoría de nosotros ni los soñamos por mucho que trabajásemos de sol a sol a cambio de adjudicar los terrenos de Can Domenge, propiedad del Consell de Mallorca que entonces presidía, a la constructora Sacresa. Lágrimas por su muerte "política, económica y social", en sus propias palabras. Lágrimas por un patrimonio herencias incluidas perdido para hacer frente a las fianzas y las multas que se ha visto obligada a afrontar en sus diferentes causas judiciales.

Ella. La princesa. Que fue segunda autoridad de las islas cuando la primera era Francesc Antich, de quien de momento no han trascendido lágrimas a pesar de formar parte de la gestora que debe evitar el hundimiento definitivo del PSOE sí, queda demostrado que es imposible escribir un artículo en un periódico estos días sin la presencia de estas siglas: no iba a ser una menos. Que presidió el Consell con adjudicaciones que todavía hoy esclavizan a los mallorquines véase Mac Insular. Y con otras no tan legales. Ella. Con su coche oficial y su impecable look de millas de oro y peluquerías. Ella. Que hasta sus primeros juicios tenía a sus palmeros aplaudiendo su llegada a las puertas de la Audiencia.

Nuestra Norma Desmond a la mallorquina lleva algo más de tres años en prisión. Olvidada por el gran público. Maltratada por la Fiscalía y los Tribunales. Que la condenan y no reconocen sus confesiones aunque lleguen cuando ya no le queda mucho más remedio porque sus compañeros de fechorías admiten en tropel los delitos cometidos cuando se creían impunes. Que no puede negociar un pacto global como Jaume Matas para evitar tantos años a la sombra. Que se ha quedado sin nada. Sólo le queda llorar por lo que un día fue, levantar la voz para entonar un mea culpa, un "yo confieso" y pedir perdón públicamente.

Hay que reconocer que la actuación no estuvo mal. Que incluso estuvo a punto de generar un sentimiento de compasión en el respetable durante su declaración en la vista oral. Hasta que una oye a Bartomeu Vicens contar cómo le entregó un sobre con dos millones de euros y más tarde otro con 450.000 procedentes de este soborno. Puestos a reconocerle méritos, trabajar como actriz no se le daría mal. Podría incluso hacerle la competencia a Gloria Swanson. Es una idea, para cuando salga de la cárcel. Sin embargo, resulta difícil decidir cuál ha sido su mejor papel. Si el de arrepentida sollozando por un pasado que se fue y nunca volverá o aquél que interpretaba con un tono de voz mucho más altanero queriendo hacer creer que ignoraba los tejemanejes del consell con aquella frase de "la presidenta no se ocupaba de esas cosas". Fue su actuación estelar en casos como Maquillaje.

Por lo demás, nada nuevo bajo el sol en otro juicio más por corrupción. Tontos útiles para hacer los recados, políticos reconociendo que en todos los partidos hay cajas B de Barclays, según Diego Torres y constructores recordando que aquello de pagar comisiones millonarias a los políticos de turno a cambio de adjudicaciones de obra pública era una costumbre muy extendida en este país. Se me ocurre que tal vez quienes nos representan podrían aprender que tratar de eludir las responsabilidades hasta que los problemas se tornan irresolubles no es una buena estrategia. No lo ha sido para Munar ni lo ha sido para los socialistas, que andaban diciendo una cosa en Cataluña y otra en Andalucía hasta que han tenido que mojarse y tanto se han mojado que casi se hunden. Mientras vemos cómo aplicamos eso a la reforma de las pensiones, por ejemplo, les recomiendo que vean esta obra maestra de Wilder.

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