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Llorenç Riera

El lío del Govern con su abogacía

El Ejecutivo cesa al jefe de sus servicios jurídicos alegando pérdida de confianza después de que se haya sabido que sí se informó de la decisión de no acusar a Matas. La oposición reclama la dimisión de Pilar Costa

Un Govern merecerá suficiente crédito político y confianza ciudadana el día en que admita sus errores o sus debilidades por el engaño. No es el caso del Ejecutivo Armengol, empeñado en mantener en la minoría de edad a sus administrados. De considerarlos adultos, la presidenta no hubiera utilizado el tono protector y hubiera vestido de mayor consistencia y compromiso el discurso de su primer debate sobre el estado de la Comunidad. Tampoco hubiera permitido que su portavoz y consellera de Presidencia montara un embrollo monumental a cuenta de la decisión de no acusar a Jaume Matas, por parte de la Abogacía de la Comunidad, por los casos de la Ópera y el palacete de San Felio.

Una política con planteamientos sólidos y la verdad por señera, actúa con la cabeza alta. Desgrana los "dimes y diretes" que le afectan y asume responsabilidades, sean por acierto, error u omisión. Pilar Costa alega ahora pérdida de confianza para destituir a Lluís Segura como jefe de la Abogacía, mientras Francina Armengol guarda distancias desde Bruselas.

La falta de sintonía resulta palpable y el mayor grado de confianza se desparrama por parte de la consellera que no supo, o no quiso, admitir a tiempo que sí sabía que la Abogacía no hallaba fundamentos jurídicos para acusar a Matas en los casos señalados. Por tanto, será Pilar Costa quien deba plantearse si es ella que debe cesar por malgastar con su actuación el crédito de confianza anexo a su responsabilidad institucional. Es lo que le piden directamente el PP y Ciudadanos mientras Podemos se muestra convencido de que Costa, al cesar a Segura, protagoniza una salida hacia adelante en un intento de consolidar su posición como consellera. Més, una coalición más propensa a reinar que a gobernar, permanece en la tangente. Bel Busquets no adivina en su valoración del verdadero grado de las responsabilidades asumidas y el PSIB pretende cerrar capítulo en falso ignorando que su consellera ha puesto baches en la pretensión de alcanzar el final de todos los casos de corrupción. Imprescindible, pero con la verdad por delante, para que la meta pueda resultar efectiva.

No resulta descartable una crisis de Govern en toda regla a causa de esa manía de jugar al escondite, en un momento en que los avatares de la política estatal pueden añadir leña al fuego. PP, Ciudadanos y Podemos seguirán buscando el desgaste y la influencia sobre el Govern.

El Ejecutivo conocía la estrategia de la Abogacía en los casos de la Ópera y el palacete y no ha sido capaz de habilitar su propia estrategia frente a ello. Ha quedado desorientado al comprobar que los hechos que afectan al expresident Matas no están, ni de lejos, esclarecidos y que sus servicios jurídicos no hallaban amparo legal para formular acusación. Pero ello no es motivo suficiente para faltar a la verdad y a la transparencia. Ni para cargar sobre las espaldas de Lluís Segura toda las responsabilidades de los considerables errores cometidos.

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