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Antonio Tarabini

Y ahora, ¿qué?

Según la opinión de multitud de gurús, las elecciones gallegas y vascas serían claves para posibilitar la investidura de presidente de Gobierno y la posterior gobernabilidad. Todos los líderes dejaron en el pupitre sus deberes y se dedicaron casi en exclusiva a recorrer Galicia y Euskadi. Querer extrapolar de lo autonómico a lo nacional tiene un límite: un 65% de los gallegos y un 74% de los vascos votará pensando en temas propios de su región, y no en temas nacionales. La lectura nacional de estas elecciones se la están dando los partidos en Madrid, no tanto los votantes ni los candidatos. No deja de ser paradójico que las autonómicas se perciban como una solución al bloqueo político cuando sus resultados arrojan incertidumbres similares a las del escenario nacional: fragmentación parlamentaria, nuevos partidos e interrogantes sobre las alianzas. Ayer se celebraron las elecciones y sus resultados no parecen significar cambios sustanciales en las estrategias de los diferentes partidos.

Hoy por hoy, Rajoy sólo cuenta con Ciudadanos y no parece que los socialistas, a pesar de sus malos resultados y los cantos de cisne de barones y viejas glorias, estén dispuestos a facilitar la investidura de Rajoy para repetir las mismas políticas que ha desarrollado durante su último mandato. Mientras, el todavía presidente en funciones sigue en sus trece de exigir la abstención de los socialistas por razones de patriotismo. En caso de que Pedro Sánchez no dé su brazo a torcer y de que no se consiga la abstención del PNV (cosa posible pero no probable) acompañada de alguna otra carambola, los populares se presentarán a las terceras elecciones confiando en mejorar sus resultados de modo significativo, pero no suficiente para alcanzar mayoría absoluta ni contando con los escaños de Ciudadanos. En consecuencia, es muy probable que durante el mes que resta hasta el 27 de octubre (fecha límite para conseguir una Investidura), Rajoy siga ubicado en su cheslong observando el panorama, moviendo algún dedo y removiendo alguna ficha pero sin cambiar ni una coma de su estrategia.

Ciudadanos, se supone, ratificará su convenio de votar positivamente a cambio de que los populares firmen el descafeinado documento de "regeneración" democrática. También seguirán en sus trece de salvadores de la patria. ¿Cuáles pueden ser sus réditos electorales? Está por ver, pero los distintos sondeos (¡los que se equivocan!) les auguran a lo máximo unos resultados similares a los actuales.

Los socialistas están inmersos en guerras fratricidas cuyos objetivos van más allá del actual proceso de investidura y de unas muy probables nuevas elecciones. El PSOE puede jugarse su razón de ser y se enfrenta a una marginación en el mapa político español. El próximo sábado se reúne su Comité Federal, un organismo muy amplio formado no sólo por barones, pues allí están representados con voz y sobretodo con votos militantes cercanos a la calle y a los ciudadanos. En consecuencia, es muy probable que, a pesar de los pesares, el voto resultante siga siendo no facilitar el gobierno de Rajoy para desarrollar sus mismas políticas. Dicho lo cual, Pedro Sánchez tendrá serias dificultades para tener manos libres en el intento de formar una mayoría de cambio. Intento a su vez muy dificultoso dadas las líneas rojas de C's y Podemos, no sólo para investir en su caso a Sánchez sino también y principalmente para garantizar la estabilidad y la gobernabilidad. ¿Es posible una mayoría PSOE, Podemos y partidos soberanistas? Tengo mis dudas, entre otras causas por la exigencia (especialmente de los catalanes) de incluir de modo explícito la convocatoria de un referéndum de autodeterminación.

Los podemitas están inmersos en un debate interno de redefinición de sus soportes ideológicos con sus consiguientes estrategias. Verbalmente, algunos de sus líderes aceptan un posible pacto, de igual a igual, con los socialistas (¡incluso con C's!). Todo es posible, queda un mes exacto para intentarlo, pero lo veo muy improbable por dificultades internas tanto en el PSOE como en Podemos.

Los ciudadanos y ciudadanas no sólo están cabreados, sino también asqueados, lo que puede conducir a unos niveles insoportables de abstención. Para reactivar una necesaria participación, sólo nos queda que durante el mes restante los diversos partidos expongan de una manera clara y comprensible sus propuestas programáticas que afectan a la cotidianeidad ciudadana, hasta ahora ausentes. Las pensiones, cuyos fondos propios alcanzan sólo a final 2017; el mercado de trabajo sujeto a temporalidad y precariedad (estatuto del trabajador y reforma laboral), el derecho real a la igualdad en el acceso a un sistema educativo de calidad (LOMCE); la sanidad pública ahogada por falta de recursos, servicios básicos como la dependencia (de los que el Estado sólo cubre el 18% del coste); una financiación de las autonomías solidaria pero justa; la recuperación del crédito bancario por parte entidades financieras (de los miles de millones de dinero público utilizado para su rescate, únicamente se ha recuperado un 5%); una reforma fiscal progresiva y una persecución eficaz del fraude, la necesaria reforma de nuestra vigente Constitución, etcétera.

Si nuestra clase política no cambia su chip, su talante y su capacidad de diálogo y de pacto, el más de lo mismo (con elecciones o sin ellas) resultará inútil para hacer frente a viejos y nuevos retos que afectan a nuestra sociedad, a sus ciudadanos y ciudadanas. No tengo excesivas esperanzas. La prueba del algodón, desde hoy al 27 de octubre.

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