Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Matías Vallés

Dopaje a la carta

Putin es un dictador con sentido del humor. Su desquite ante la inhabilitación masiva de los atletas rusos, por consumo planificado de sustancias prohibidas, se ha tramitado a través de los hackers subvencionados de Fancy Bears. En sucesivas entregas, han demostrado la farsa de un dopaje a la carta. Los participantes en la alta competición logran "exenciones", un generoso eufemismo, para someterse a tratamientos con fármacos prohibidos. Dado que el Comité Olímpico Internacional es la institución más corrupta del planeta con la posible excepción de la Fifa, sus concesiones médicas a través de la Agencia Antidopaje gozan de la misma credibilidad que un manifiesto del Kremlin.

Los servidores informáticos de Putin han desvelado que Rafel Nadal se sometió a tratamiento autorizado con dos fármacos prohibidos. El tenista no es culpable de nada. Al revés, queda absuelto de antemano por la "exención". La solicitud muestra un comportamiento escrupuloso, a falta de saber si la obtención del permiso fue más sencilla que en deportistas de menor envergadura. Sin embargo, y precisamente por la licencia médica, parece extraño que el campeón no divulgara la utilización legal de fármacos. Máxime cuando acaba de querellarse contra la exministra francesa de Deportes por haberle acusado de dopaje en 2012, año en que se le suministró una de las sustancias prohibidas. Rosalyne Bachelot ha visto reforzada repentinamente su estrategia de defensa.

Una querella exige, en cuanto acusación penal, la exquisitez en el suministro de datos adyacentes. Sobre todo en un mito global como Nadal. Sin embargo, la víctima real de Fancy Bears es la hipocresía del COI. A través de la Agencia Antidopaje, iba a permitir que prosperara una acción jurídica ahora devaluada. La "prescripción médica" bajo la que se amparan los jerarcas deportivos no sirve de excusa. Los grandes dopados han contado siempre con un ilustre doctor a su lado. En cuanto al pomposo "no se debe exigir a los deportistas que justifiquen públicamente sus exenciones", supone ignorar la gravedad del dopaje, que requiere transparencia. Punto, juego, set y casi partido para Putin.

Compartir el artículo

stats