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Llorenç Riera

Peligro de una mafia infiltrada en el poder

Si en Balears existe o ha existido un alto nivel de corrupción política y además es un archipiélago más o menos discreto, camuflado bajo la masificación turística, no puede resultar extraño que las mafias internacionales organizadas se hayan fijado en él como campo propicio de operaciones.

No resultará extraño en un sitio en el que casi todo se tolera y admite, pero sí constituirá un fenómeno serio y preocupante porque cuando hay extorsión, dinero y armas de por medio, las cosas no se pueden tomar a la ligera ni permanecer de brazos cruzados.

Basta remitirse a algunas experiencias recientes conocidas desde la proximidad. En Mallorca está el caso de Gennadios Petrov, miembro de una organización mafiosa rusa, detenido en junio de 2008 en la urbanización Sol de Mallorca de Calvià, desde donde blanqueaba importantes cantidades de dinero. Más reciente resulta la trama del también ruso Alexander Romanov, el cual alcanzó un pacto con el fiscal y en el juicio admitió haber blanqueado 1,6 millones de euros, un delito que salda con tres años y nueve meses de cárcel y la entrega del hotel Mar i Pins de Paguera para hacer frente a la multa impuesta.

No son casos puntuales y aislados. Alguna muerte violenta reciente de Mallorca se relaciona con tramas mafiosas. Por tanto, más allá de la intuición o la mera percepción conviene estar al quite. Ahora, por si faltara alguna duda, la fiscalía anticorrupción acaba de lanzar una señal de alerta en toda regla sobre el peligro de la implantación de las mafias en las zonas turísticas españolas. No solo eso, sino que advierte de la posibilidad de que tales organizaciones criminales se infiltren en los centros de poder político.

Si Mallorca es Sicilia sin muertos (algún homicidio de este mismo verano puede hacer tambalear la afirmación) será imprescindible adoptar las medidas pertinentes para que los males no incrementen su gravedad. Al amparo de la legislación española vigente, Anticorrupción propone iniciativas concretas que pueden ser efectivas y que, en pocas palabras, se decantan por introducirse en la raíz del problema y atacarlo desde su misma base. Pero para ello, como resulta evidente, será imprescindible conocerlo en profundidad y saber cuáles son los factores que lo alimentan.

Según lo expresado por los fiscales en su memoria anual, no se trata tanto de demostrar los delitos uno a uno, sino de acusar directamente a los jefes combatiendo las estructuras organizativas y suprimiendo las ventajas patrimoniales en las que pudieran incurrir las inversiones procedentes de la mafia. Las medidas cautelares son sustanciales del mismo que lo es la colaboración internacional. De todos modos, por lo que respecta a España, el núcleo de la efectividad parece estar en la acusación directa de blanqueo de capitales a los jefes de las organizaciones delictivas que usan estos métodos para lavar fondos procedentes del crimen organizado y el narcotráfico.

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