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Mentiras y estadísticas

"Hay tres tipos de mentiras: las mentiras, las malditas mentiras y las estadísticas". Sirva esta conocida frase para ilustrar cómo muchas veces un argumento lleno de datos puede ocultar una triste realidad. Un ejemplo: El salario medio en España es de 26.259 euros al año. Que nadie se escandalice, es cierto, los españoles ganamos de media 2.188 euros al mes. El dato es oficial y 100 % verdad. Incluso aunque a la mayoría de los españoles les cueste llegar a fin de mes o no puedan afrontar los 400 euros que valen ya los libros de texto de cualquier escolar de ocho años. Cuando los datos son ciertos, que no es siempre, cuentan la verdad, pero desde luego no cuentan toda la verdad.

La página web Politicfact vive su segunda juventud gracias al candidato republicano a residir en la Casa Blanca, Donald Trump. Fue premiada con el Pulitzer en 2009 por "su iniciativa de comprobación de los hechos durante la campaña presidencial de 2008". Los afamados galardones valoraron entonces "el poder" de internet "para examinar más de 750 declaraciones políticas, separando la retórica de la verdad para iluminar a los votantes". Ocho años después, Politicfact concentra sus esfuerzos en catalogar las afirmaciones de los principales políticos norteamericanos entre "cierto", "mayoritariamente cierto", "mayoritariamente mentira" y "mentira". El multimillonario les está dando muchas alegrías. Seguro que la dinámica les suena. El objetivo de La Sexta importó este medidor de verdades a España hace ahora ya varios años. El programa, que tiene por lema "Estos son los datos, suyas son las conclusiones", tiene secciones como "Maldita hemeroteca" o "Prueba de verificación", en las que Ana Pastor, con el ritmo televisivo que inventó la prensa rosa, cuestiona algunas de las afirmaciones hechas por los principales políticos a lo largo de la semana.

El peligro de anular la verdad hegeliana y reducirlo todo al dato y la estadística es que detrás de ellos se esconden los mayores engaños. La contraposición de los hechos, uno falso y otro verdadero, presume que seremos capaces de distinguirlos y catalogarlos desde un principio. Se supone que los datos son objetivos y pueden enfrentarse, liberando en este caso al periodista de su responsabilidad última: poner su reputación y su nombre al servicio de decantarse por la versión que crea más justa después de analizar, discutir y estudiar los hechos.

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