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Antonio Papell

El fin de la elusión fiscal en la UE

La comisaria europea de la Competencia, la danesa Margrethe Vestager, ha tenido los arrestos de enfrentarse a la todopoderosa compañía Apple y le ha exigido que cumpla con sus obligaciones fiscales en Europa. En concreto, la alta funcionaria europea ha ordenado a Irlanda que cobre a Apple 13.000 millones de euros más los correspondientes intereses por impuestos no pagados entre el 2003 y el 2014.

La comisaria ha dado cumplidas explicaciones de los motivos de esta conminación, que en realidad acusa al gobierno irlandés, que es el que ha vulnerado la ley europea y ha faltado a la debida solidaridad con sus socios comunitarios. Porque el impuesto de sociedades irlandés es ya de por sí anormalmente bajo, del 12,5%, sin que hayan dado resultado las presiones para que lo homologue con los promedios de sus demás socios en la UE, y encima el gobierno de ese pequeño país ha otorgado un ilegal trato singular a Apple. Lo refiere así Vestager: "Los dos acuerdos fiscales que Irlanda ofreció a Apple redujeron artificialmente su carga fiscal durante dos décadas" con lo que violó así las normas sobre ayudas de Estado europeas, que prohíben "dar ventajas selectivas a empresas". Sus filiales irlandesas asignaban casi todos sus beneficios a una entidad "que sólo existía sobre el papel" y quedaban así libres de impuestos, con lo que algunos años la compañía norteamericana pagó sólo un 0,005% de impuestos sobre sus beneficios (16.000 millones en el 2015).

Desde hace 50 años, Irlanda vive de este oscuro negocio: proporciona condiciones muy ventajosas a compañías multinacionales para que puedan operar en Europa bajo su bandera. Ello le ha permitido ciertamente ostentar uno de los PIB per capita de los más altos del mundo, aunque es un país fuertemente cuarteado por las desigualdades internas. Los 13.000 millones que la Comisión pretende que cobre de la compañía dirigida por Tim Cook representan el 10% del PIB irlandés? Y sin embargo Dublín rehúsa el cobro y recurrirá el mandato porque ello supondría el final de la artimaña y del negocio.

Todo indica sin embargo que Bruselas, que ha tolerado estas y otras prácticas indignas que han beneficiado a los poderes económicos mientras los ciudadanos han sido sometidos a exorbitantes impuestos sobre el trabajo, se ha percatado de que esta tolerancia está en el origen del potente euroescepticismo que invade las circulaciones sociales del viejo continente, e incluso las corrientes radicales y populistas que amenazan con desplazar a las fuerzas políticas tradicionales. Parece que estamos en presencia de un punto de inflexión a partir del cual se intentará poner coto a una evasión fiscal que, en palabras de Vestager, se come cada año el 10% de los ingresos fiscales corporativos globales, "240.000 millones de dólares al año que los gobiernos deben sacar de otros contribuyentes o recortar en servicios públicos". "Si todo el mundo pagara su parte, nuestras economías y sociedades funcionarían mejor", aseguró la comisaria la pasada semana en una intervención en la capital de su país. El comisario europeo de Asuntos Económicos, Moscovici, ha aplaudido la valentía de su colega y ha confirmado que la decisión sobre Apple marca el final de la elusión fiscal a gran escala.

Los socialdemócratas de la UE, hoy muy desvaídos en Europa, han defendido siempre la armonización fiscal el seno de la Unión, esto es, los mismos impuestos en los 27 países. La hegemonía liberal ha impedido cumplir este objetivo y el sistema fiscal es competencia de cada estado, pero al menos habrá que cumplir la ley en todos ellos. La competencia desleal en esta materia, el dumping fiscal, es una piratería que va contra la pervivencia de los estados de bienestar, que los europeos no vamos a consentir.

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