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La "rabiosa independencia"

El presidente del Consejo General del Poder Judicial ha defendido ante el Rey la "rabiosa independencia" de la Justicia contra la corrupción. "Los jueces no admiten injerencias ni presiones de ningún tipo".

Ciertamente, la ciudadanía está convencida de la integridad de sus jueces, que forman la única institución que se salva últimamente del descrédito general. Los juzgadores anónimos que aplican con rectitud lo que les dicta su conciencia en la soledad de su despacho están manteniendo en pie al Estado y hay que confiar en que consigan salvarlo de sus enemigos.

Sin embargo, las mismas dudas que plantea hoy la clase política, en la que también hay honrosas excepciones, recaen sobre la cúpula del poder judicial. Quien hablaba de "rabiosa independencia", el magistrado Carlos Lesmes, fue entre 1996 y 2004 todo el tiempo de permanencia de José María Aznar al frete del Gobierno director general del ministerio de Justicia, es decir, cargo de confianza del Ejecutivo. Y el actual presidente del Tribunal Constitucional fue durante algún tiempo, cuando ya era magistrado de ese organismo y como él mismo ha reconocido, militante de carné del Partido Popular. Todo legítimo e inobjetable, pero es inevitable recordar que los jueces, como la mujer del César, tienen que parecer independientes además de serlo.

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